MOSTRÁOS CON UNA LUZ MÁS VIVA



¡Oh Bondad inmensa!; ¡con cuánta ternura
me habéis siempre tratado! Cuando yo era nada, Vos me
criasteis; cuando os abandono, me buscáis; cuando huyo,
me detenéis y me, atáis con vuestro amor. 
¡Qué feliz sería si pudiera multiplicar mi corazón 
para poder amaros cien mil veces más de lo que os amo, 
para poder alabaros sin cesar! 
¡Qué dichosa es el alma a quien miráis con misericordia, 
a quien de tal modo ganáis con vuestro amor que
no pueda más encontrar descanso sino en Vos!
Ya que Vos sois la Sabiduría eterna a quien amo y a
quien adoro, no despreciéis a vuestra criatura; compadeceos 
más bien de este pobre corazón, helado y yerto por
las vanidades del mundo. Sacadlo de sus lazos y de sus
tinieblas, iluminadlo, y otorgadme la gracia de poder
acercarme a Vos.
¿Será posible amarnos y no decirnos nada? Ya lo sabéis; 
mi corazón no descansa más que pensando en Vos,
y suspirando por vuestra presencia. El verdadero amante 
no desea otra cosa que gozar de la presencia del amado: 
y si queréis que a Vos solamente ame, y que os ame
cada vez más, es preciso que se me os mostréis con una
luz más viva, y que me concedáis un conocimiento
 todavía mayor de vuestra Bondad.

-Beato Enrique Suson-

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