La caridad todo lo espera (I Cor., XII, 7).
La esperanza hace crecer la caridad y ésta hace aumentar la esperanza. Esperar en la bondad divina, ciertamente acrecienta el amor a Jesucristo, y es sentencia de Santo Tomás que, desde el punto en que esperamos algún bien de otro, comenzamos ya a amarlo.
Por esto no quiere el Salvador que pongamos nuestra confianza en las criaturas. San Vicente de Paúl decía: «Estemos sobre aviso para no fundarnos sobre la protección de los hombres, porque cuando el Señor lo ve, se aparta de nosotros. Por el contrario, cuanto más confiemos en Dios, tanto más adelantaremos en su amor.
¡Cuán veloz corre por los caminos de la perfección quien tiene el corazón dilatado por la confianza en Dios! No sólo corre, sino que vuela, porque, teniendo puesta toda su confianza en el Señor, dejará de ser débil como antes y llegará a ser fuerte, con la fortaleza que Dios comunica a quienes en Él confían.
Los que esperan en Dios renuevan las fuerzas, remontan el vuelo como águilas, corren y no se fatigan, andan y no se cansan (Is., XL, 31). El águila, cuanto más alto vuela, más se aproxima al sol; e igual el alma, que cuanto más se apoya en la confianza en Dios, más se desprende de la tierra y más se une a Él por el amor.
-Práctica del amor a Jesucristo, San Alfonso María de Ligorio-
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