“Habiendo deseado Dios desde toda la eternidad, en su divina providencia, que una Virgen concibiera un Hijo (Is. 7,14) que sería Dios y Hombre juntamente, quiso sin embargo que esta Virgen fuera casada”, para que no fuera calumniada por los judíos. Entonces, San José es como un palmero; no contribuyó en nada a la santa y gloriosa producción, sino solo con la sombra del matrimonio; tuvo así gran parte en el fruto santísimo de su esposa, porque estuvo a su lado como unh árbol palmero junto a la palmera. Esa unión hacía que Jesús perteneciera a San José como pertenecía a Nuestra Señora, no según la naturaleza que fue formada por el Espíritu Santo de la purísima sangre de Nuestra Señora sino según la gracia que lo hacía partícipe de todos los bienes de su querida Esposa. De allí que la comunicación continua con María le alcanzó todas las virtudes en un grado que ninguna criatura puede alcanzar, como el espejo que recibe por reverberación la luz que el sol proyecta directamente sobre el otro; parecería que José tuviese todas las virtudes en tan alto grado como María.
-San Francisco de Sales-
No hay comentarios:
Publicar un comentario