NADA SÉ DECIR DE ESTE INFINITO AMOR


El Verbo encarnado ha demostrado tanto amor al hombre, dándole a comer su misma Carne y a beber su propia Sangre, que mi inteligencia se nubla, mi imaginación se agota, mis facultades se esterilizan al intentar explicar tanto amor.

El amor de Jesucristo en la Eucaristía es tal, que Nuestro Señor, para instituir este bello Sacramento, ha puesto en actividad todo el divino mecanismo de sus fuerzas infinitas y se ha esforzado en abrillantar sus hermosas perfecciones.

Y ¿quién podrá sondear este amor infinito? ¿Quién puede explicar su fuerza, sus propiedades, sus efectos? ¡Pobre inteligencia humana! Lo que sabes tú del amor de Cristo Sacramentado, comparado con su realidad, es como leve gota de agua comparada con la que encierran los inmensos mares; es como diminuto grano de arena parangonado con toda la materia del universo; es como pequeña chispa equiparada con el fuego del sol. ¿Y qué? he dicho algo que pueda rastrear el amor de Jesús en la institución de la Eucaristía? Mejor será que confiese que nada sé decir de este infinito amor.

-Enciclopedia de la Eucaristía, Fray Amado de Cristo Burguera-

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