Absolutamente hemos de confesar que la Madre de Cristo concibió virginalmente. La conveniencia de la concepción virginal de Cristo es manifiesta por cuatro motivos:
1) Por la dignidad de su Padre Celestial , que le envió al mundo. Siendo Cristo verdadero y natural Hijo de Dios, no fue conveniente que tuviera otro padre fuera de Dios, para que la dignidad de Dios Padre no se comunicara a otro.
2) Por la propia dignidad del Hijo, que es el Verbo de Dios. El verbo mental es concebido sin ninguna corrupción del corazón; aún más, la corrupción del corazón impide la concepción de un verbo perfecto. Pero como la carne humana fue tomada por el Verbo para hacerla suya, fue conveniente que fuera concebida sin corrupción alguna de la madre.
3) Por la dignidad de la humanidad de Cristo, que venía a quitar los pecados del mundo. Era conveniente que su concepción nada tuviera que ver con la concupiscencia de la carne, que proviene del pecado.
4) Por el fin de la encarnación de Cristo, ordenada a que los hombres renaciesen hijos de Dios, «no por voluntad de la carne ni por la voluntad del varón, sino de Dios» (Jn 1,13), esto es, por la virtud del mismo Dios, cuyo ejemplar debió aparecer en la misma concepción de Cristo».
-Santo Tomás de Aquino-
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