Lo primero que ha de hacer quien quiera salvarse y alcanzar el verdadero espíritu con perfección, es limpiar y purificar su alma de todo pecado mortal, y en cuanto le sea posible , del venial, porque mientras más limpia esté de pecados veniales e imperfecciones, más aparejada estará para recibir los rayos de luz del sol de la divina Justicia » que nacen en los que temen a Dios, que, según dice San Basilio, así como el cristal cuando está limpio y transparente recibe los rayos del sol, asi la conciencia limpia del alma pura recibe las riquezas del verdadero espiritu : " Bienaventurados , dijo el Señor, los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» Este ver a Dios en la otra vida por gloria y en ésta por gracia y por espíritu, no se concede sino a los limpios de conciencia y corazón . Y así como la fuente clara y cristalina, en tiempo de gran calor, cansancio y sed, convida y atrae a los que la miran, así también , dice el glorioso San Ignacio, escribiendo una carta a la sacratísima Virgen, las almas de limpia conciencia agradan a Dios y llevan tras sí, su divino corazón .
Esta limpieza se alcanza con la penitencia , mortificación , recato, examen de conciencia, frecuencia de Sacramentos , oración y meditación de Cristo y de la gravedad del pecado, miserias del mundo, beneficios recibidos, memoria de la muerte etc...
Quien está en pecado mortal , haga penitencia con la contrición y dolor del corazón , confesión entera y satisfacción verdadera, si quiere alcanzar gracia y perdón. Y para perseverar, medite la vida y pasión de Cristo.
-Dilucidario del verdadero espíritu, Fr. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, O.C.D.-
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