REINA DE LOS MARES

 Tiene María la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón.

Virgen alta, en los arcos del céfiro estrellada, 

dilatando tus haces al fondo del estuario, 

el escollo y la noche presos en tu mirada 

y abierto entre tus brazos el santo Escapulario. 

Te vio Elías furtiva salir de entre las ondas 

y te adoró en la huella que sin ruido subía. 

Te vio crecer en ramas de tempestad y en frondas 

y en frutos milagrosos de tenue lejanía. 

¡Oh Reina de los mares! ¡Oh del valle caído 

lucero y esperanza contra el batir del viento! 

Ábrenos donde sube sin fin nuestro gemido. 

Rómpenos los cristales del alto firmamento. 

Nos hiere el infinito con su potente lanza, 

en el mar derramamos lágrimas y cantares. 

No nos dejes, ¡oh tú!, por quien la luz se alcanza, 

y guíanos al puerto, ¡oh Reina de los mares! Amén.



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