Madre Santísima, dame tu mano y no me sueltes,
déjame apoyarme en ti al andar,
enséñame el camino que sólo me conduzca
a tu Hijo con quien anhelo unirme un día.
Pídele a Él que perdone mis pecados,
mi falta de paciencia, también de piedad,
que me dé fuerzas para sobrellevar el peso
de las injusticias que me hacen a menudo llorar.
Enjuga mis lágrimas con tu dulzura maternal,
cubre con tu manto mis ansiedades, miedos y penas.
Regálame la paz que se emana
de tus ojos misericordiosos,
y muéstrame las huellas del amor
y la humildad.
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