Alma mía, dilata tu corazón,
Jesús puede hacerte todo bien,
Él te ama excesivamente,
espera, pues, grandes favores de amable Señor,
que impelido de su grande amor,
viene a consolarte.
Sí, mi amado Jesús;
yo confío en vuestra bondad,
que entrando ahora en mi pecho,
encenderéis en mi pobre corazón,
la suave llama de Vuestro puro amor,
y un eficaz deseo de ejecutar en todo
vuestra santísima voluntad.
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