María Simma explica que los pecados que conducen con frecuencia a las almas al purgatorio, son los pecados contra la caridad, contra el amor hacia el prójimo, la dureza del corazón, la hostilidad, la calumnia; la maldición y la calumnia se cuentan entre las culpas más graves que necesitan una larga purificación.
Otros pecados contra la caridad son, por cierto, todos nuestros repudios hacia algunas personas que no amamos, nuestro rechazo en hacer las paces, en perdonar, y todos los rencores que encerramos en el corazón.
Al respecto María nos reveló un testimonio que nos hace reflexionar.
Es la historia de una persona que ella conocía muy bien. Esta persona había muerto. Era una mujer y se encontraba en el Purgatorio, padeciendo sufrimientos atroces.
Y cuando esa alma visitó a María, ella le preguntó el por qué; y el por qué era que ella tenía una amiga, sí, una amiga con la cual surgió una enemistad muy grande; y esa enemistad había sido causada por ella misma y, a pesar de todo, había conservado su rencor por años y años; y cuando su amiga, en varias circunstancias, había venido a pedirle de hacer las paces, de reconciliarse, ella la rechazaba; cuando cayó gravemente enferma, seguía teniendo cerrado su corazón, rechazaba la paz que se le proponía; y hasta en el lecho de muerte, aquella amiga había venido a suplicarle de hacer las paces; pero aún en su lecho de muerte ella había rechazado reconciliarse.
Por ese motivo se encontraba aún en un purgatorio muy doloroso, y por eso había venido a pedir ayuda a María Simma.
Este testimonio sobre la gravedad de conservar el rencor es muy significativo. Por lo que se refiere a las palabras, nunca se dirá bastante acerca de cómo una palabra de crítica, una palabra malévola pueda realmente matar, y también cómo una buena palabra pueda curar.
(Entrevista de sor Emmanuelle a María Simma sobre el purgatorio)
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