DE LAS OBRAS QUE PROCEDEN DE LA CARIDAD (IMITACIÓN DE CRISTO, THOMAS DE KEMPIS)


Capítulo XV
No se debe hacer algún mal por ninguna cosa del mundo, ni por amor de alguno; mas por el provecho de quien le hubiere menester, alguna vez se puede dejar la buena obra, o trocarse por otra mejor; porque de esta manera no se pierde la buena obra, mas múdase en mejor.


La obra exterior sin caridad no aprovecha; mas todo cuanto se hace con caridad, por poco que sea, desechado, todo es fructuoso.
Por cierto más mira Dios el corazón que el don.
Mucho hace el que mucho ama; y mucho hace el que hace bien la cosa; y bien hace el que sirve más al común que a su voluntad.


Muchas veces parece caridad lo que es carnalidad. Porque la inclinación de la carne, la propia voluntad, la esperanza del galardón, la afección del provecho, pocas veces nos dejan.
El que tiene verdadera y perfecta caridad no se busca a sí en cosa alguna, mas en toda cosa desea que sea Dios glorificado. No ha envidia de ninguno, porque no ama ningún bien propio, ni se quiere gozar en sí, mas desea sobre todas las cosas gozar de Dios.


A nadie atribuye ningún bien, mas refiérelo todo a Dios, del cual como de fuente manan todas las cosas; en el cual finalmente todos los santos descansan con perfecto gozo. ¡Oh quien tuviese una centella de verdadera caridad! por cierto que sentiría ser todas las cosas de vanidad llenas.

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