Déjame que a tu lado ponga mi cruz, ¡oh Cristo!
Déjame que yo sea el ladrón tercero.
Déjame que mi sangre se mezcle con la tuya.
No permitas que nunca desde mi cruz blasfeme,
o que crea baldío este tiempo que piso.
Deja que no malgaste mi dolor y mis horas.
Déjame que descubra que tu muerte es mi vida.
Déjame que yo vende al menos tus heridas,
que unja la carne con nuestro pobre aceite,
que quite con cuidado tu corona de espinas,
que sepa amarte, muerto, ya que no supe vivo.
Duerme ahora y descansa, Señor, duerme y
confía,
que el mundo será mejor cuando vuelvas.
Yo sé que volverás, que tú no puedes morir del
todo.
José Luis Martín Descalzo
Déjame que yo sea el ladrón tercero.
Déjame que mi sangre se mezcle con la tuya.
No permitas que nunca desde mi cruz blasfeme,
o que crea baldío este tiempo que piso.
Deja que no malgaste mi dolor y mis horas.
Déjame que descubra que tu muerte es mi vida.
Déjame que yo vende al menos tus heridas,
que unja la carne con nuestro pobre aceite,
que quite con cuidado tu corona de espinas,
que sepa amarte, muerto, ya que no supe vivo.
Duerme ahora y descansa, Señor, duerme y
confía,
que el mundo será mejor cuando vuelvas.
Yo sé que volverás, que tú no puedes morir del
todo.
José Luis Martín Descalzo
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