¿Y qué me podría decir ante los que retorcidamente dicen que Jesús nunca nos dijo que teníamos que ir a un confesonario a confesarnos?
María Simma:
- A esos les sugiero que acudan a confesarse con un sacerdote contándole sus pecados claramente. Lo importante es que se digan claramente los pecados. Jesús dijo que nos arrepintiéramos y cuando lo hacemos, Él borra nuestros pecados y solo así Satanás deja de saber de ellos; ya no puede atraer a esa persona mediante ese pecado o atacarle a causa de la débil o inexistente relación con Dios. Pero quien se encuentra en el confesionario es Jesús, no un sacerdote.
—¿Está usted segura?
María Simma:
-Le cuento un caso que lo sorprenderá. Una abuela italiana quiso llevar a su nieto de ocho años al padre Pío para que hiciera su primera confesión. Estaba muy entusiasmada cuando llegó a la parroquia. El niño entró a confesarse y salió radiante de alegría. La abuela sabía qué apariencia tenía el padre Pío. Era bajo, gordito, casi calvo, de ojos muy oscuros y de unos sesenta y cinco años; aun así, le preguntó a su nieto: "Dime, ¿cómo era?".
El niño respondió con mucha calma y con detalle: "¡Oh! Era alto y fornido, con ojos castaños, y pelo largo y castaño; tenía alrededor de treinta años".
(Sáquennos de aqui, entrevista con María Simma)
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