Purísimo san José, ¿cual de los mortales
ha logrado honor igual al que te concedió
a ti la bondad de nuestro Dios?
¿a quién de los mortales se le ha dado
dignidad tan alta como la que se te
confió a ti de ser cabeza de la mas ilustre,
más santa y grande familia que vio jamás la tierra?
Tu santidad, padre mío, tu eminente santidad,
fué la que te hizo digno de tanto honor.
¿Y aquel respeto humilde, aquel amor
que te profesaron en la tierra tu Hijo adoptivo
y tu Esposa, no ha de valer ahora en el cielo?
¿acaso son menos atendidas ahora tus súplicas?
No, no puedo creer que se haga sorda a tus voces
una Esposa que es la misma piedad y la clemencia.
Pide al Padre de misericordias
que le de hijos a los matrimonios
si es voluntad de Dios, que bendiga esa sagrada unión,
y a todos los fieles nos de auxilios para cumplir
con las obligaciones que contraemos
en los desposorios que celebró nuestra alma
con el Esposo sagrado Jesucristo,
en el día en que nos bautizamos.
Amén.
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