Jesús mío, mira a tus hijos agonizantes
con compasión y ternura,
te suplico que no los desampares
en estos momentos,
¡No los desampares a la hora de la muerte!
Olvídate, Señor, de sus pecados,
pues como dice el salmo:
"ningún hombre vivo es inocente frente a ti",
y en virtud de la amargura infinita de tu desamparo en la cruz, cuando dijiste:
Dios mío, Dios mío,
y en virtud de la amargura infinita de tu desamparo en la cruz, cuando dijiste:
Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
¡Señor! en virtud de ese desamparo
terrible, vuelve tus ojos compasivos
terrible, vuelve tus ojos compasivos
hacia los agonizantes, protégelos
del maligno que los acecha,
manda a tus ángeles a socorrerlos,
que María Santísima vaya deprisa
a ayudarlos como hizo con tanta
solicitud a atender a su prima santa Isabel.
Que san José, patrono
de la buena muerte, interceda por ellos,
oh Señor mío Jesucristo, salva el alma
oh Señor mío Jesucristo, salva el alma
de los agonizantes de este día,
para que con tus ángeles y santos
te alaben por los siglos de los siglos.
Amén.
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