Dios nos ama y desea ser amado, es lo único que nos pide.
Que nadie se entristezca por sus defectos, porque perfecto solo hay Dios, lo importante es tener voluntad para luchar contra ellos, como decía santa María Mazzarello: No quiero hijas sin defectos, pero que no hagan las paces con ellos. Hacer las paces con los defectos es aceptar nuestros defectos sin tener la más mínima intención de cambiarlos, eso no está bien, debemos pedir a Dios no desagradarle nunca.
Tampoco nos podemos entristecer si nos sentimos torpes o poco inteligentes, mirad lo que Jesús le reveló a santa Maravillas cuando ella sentía sin valor:
«Después de una temporada de sentir mucho el no tener dotes naturales, el ser tan tonta, llegó a crecer este sentimiento tanto, en unos Ejercicios que hice aún muy joven, que sufría realmente por parecerme que, por esta falta de talento, no iba a poder sacar el fruto que deseaba.
Y en medio de mi aflicción, sentí en el fondo del alma: “Si tienes capacidad suficiente para amarme, ¿qué te importa todo lo demás?” Quedé tan consolada que, desde entonces, nunca más he podido sentirlo» (25: C-28).
Es lo único que le importa a Dios, que lo amemos, porque amando a Dios es como podemos amar al prójimo y cumplir Su voluntad.
Con su gracia lo podemos todo, pidamos a Dios el don de amarlo.
(Carmen OCDS)
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