𝐂𝐀𝐍𝐓𝐀𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐋𝐌𝐀 𝐐𝐔𝐄 𝐒𝐄 𝐇𝐔𝐄𝐋𝐆𝐀 𝐃𝐄 𝐂𝐎𝐍𝐎𝐂𝐄𝐑 𝐀 𝐃𝐈𝐎𝐒 𝐏𝐎𝐑 𝐅𝐄 💦

 


Qué bien sé yo la fonte que mane y corre, 
aunque es de noche. 

Aquella eterna fonte está escondida, 
que bien sé yo do tiene su manida, 
aunque es de noche. 

Su origen no lo sé, pues no le tiene, 
mas sé que todo origen de ella tiene, 
aunque es de noche.
 
Sé que no puede ser cosa tan bella, 
y que cielos y tierra beben de ella, 
aunque es de noche.

Bien sé que suelo en ella no se halla, 
y que ninguno puede vadealla, 
aunque es de noche.
 
Su claridad nunca es oscurecida, 
y sé que toda luz de ella es venida, 
aunque es de noche. 

Sé ser tan caudalosos sus corrientes. 
que infiernos, cielos riegan y las gentes, 
aunque es de noche. 

El corriente que nace de esta fuente 
bien sé que es tan capaz y omnipotente, 
aunque es de noche. 

El corriente que de estas dos procede 
sé que ninguna de ellas le precede, 
aunque es de noche. 

Aquesta eterna fonte está escondida 
en este vivo pan por darnos vida, 
aunque es de noche. 

Aquí se está llamando a las criaturas, 
y de esta agua se hartan, aunque a oscuras 
porque es de noche.

Aquesta viva fuente que deseo, 
en este pan de vida yo la veo, 
aunque es de noche.

(San Juan de la Cruz)

EN LA EUCARISTÍA VEO A DIOS


A veces veo la hostia con un esplendor y una belleza tan grandes, más que si fuese el esplendor del sol, que me parece provengan de la divinidad. Por esa belleza comprendo con certeza que estoy viendo a Dios sin ninguna duda.

A veces veo la Hostia con distintos aspectos, es decir veo en la Hostia dos ojos luminosísimos y tan grandes que de la hostia sólo parecen quedar los bordes. 

Una vez no en la hostia, sino en la celda de la custodia me fueron mostrados los ojos, y disfruté de tanta belleza y de tanto deleite que jamás podré olvidarlo por el resto de mi vida. 

No sé si fue mientras dormía o velaba, sino que me volvía a hallar con una alegría inmensa e inefable, tan grande que no creo poder perderla jamás. 

Otra vez vi en la hostia a Cristo niño, pero parecía grande y majestuoso, como quien tiene autoridad, y parecía tener en las manos algún signo de poder, y estaba sentado en un trono. 

No sabría decir lo que tenía en la mano. Y esto lo he visto con los ojos del cuerpo, como siempre me sucedía ver la hostia con los ojos del cuerpo. Entonces no me arrodillé cuando los demás se arrodillaron. No recuerdo bien si corrí para acercarme al altar o si me quedé clavada por el deleite y la contemplación. Sufrí un gran disgusto cuando el sacerdote demasiado pronto Volvió a poner la hostia sobre el altar. Jesús resplandecía de belleza y de gracia, y parecía un niño de doce años. Me sentí tan colmada de alegría que, creo, no me olvidaré de ella por toda la eternidad. Y me comunicó tal certeza que no puedo dudar de nada y de ninguna manera. 

Todo mi gozo consistió en la contemplación de esa belleza inestimable.


(Santa Ángela de Foligno)

OFRECIMIENTO DE LA JORNADA A LA VIRGEN DE LA MERCED

¡Oh Redentora de cautivos y Madre de toda Merced! 
Aquí a vuestras plantas y en el principio de este día,
os invoca vuestra maternal protección 
el más indigno de vuestros hijos. 
A Vos, que sois Madre del mismo Dios 
y esperanza de pecadores,
acudo en este día, honrándoos 
con todo el afecto de mi alma 
y confiándoos mi eterna salvación. 
¡Oh Virgen de la Merced! 
aceptadme por esclavo vuestro 
ya que sois tan poderosa para con Dios, 
libradme durante este día 
de las tentaciones del inmundo seductor, 
de los estímulos de la carne y de las sugestiones 
del maligno espíritu, y para ello os consagro mis ojos, 
mis oídos, mi lengua, mi corazón y todo mi ser, 
quedando del todo vuestro y esperando 
la merced de la perseverancia final. Amén.





FUE EL AMOR



Jesús, ¿Quién podrá comprender vuestro amor cuando os dejasteis traspasar las manos, los pies y el costado?  Fue el amor quien os hizo aceptar ese suplicio. 
Fue vuestro amor quien os encadenaba. 
Él, quien mantenía en la inacción las legiones impacientes de vuestros ángeles, 
dispuestos a vengaros; 
Fue el amor quien contenía vuestro poder, vuestra majestad, vuestra santidad y que reducía 
todos los derechos de vuestra divinidad a sufrir hasta el fin tan odiosos tormentos.

Cada uno de los malos tratos de vuestros verdugos los queríais y aceptabais libremente y por amor; 
a cada golpe del martillo respondíais por un nuevo latido de vuestro Corazón que gritaba: ¡Amor , más amor ! Y el sufrimiento de cada músculo roto, de cada nervio reventado, de cada gota de sangre que corría, lo habíais previsto, aceptado, y lo acompañabais del silencioso cántico de amor que cantabais dentro de vuestro Corazón a vuestro Padre y de las palabras secretas de perdón que derramabais sobre nosotros.

Golpeaban los verdugos, desgarraban esas manos que han trabajado tanto, esos cansados pies, 
y así nos mostraban el amor que los sostenía y les conducía, que hacía esas manos tan benéficas, esos 
pies tan bellos y tan presurosos en correr al socorro de todas las miserias. 

Abrid su pecho, y que veamos descubierto ese Corazón que animaba aquella vida, dedicada por completo a hacer el bien, el foco de tantas palabras de luz y de vida, la fuente de tanto amor y de tanta ternura, el centro de tantas virtudes humildes y sublimes, fuertes y dulces, tan humanas y  a vez tan divinas. 

Vuestras Llagas, oh Jesús, son la grande lección del amor que sufre por los que ama, la lección de la paciencia en el sufrimiento. 

(Las cinco Llagas, R.P.A. Teniere)

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