Reunid todos los sentimientos de respeto,
de veneración, de reconocimiento, de amor
y de fe que pueden entrar en el acto de adoración,
para adorar a Nuestro Señor Jesucristo como lo merece,
bajo su nombre sacrosanto y admirable
e inefable de Sacerdote.
Descorred por la fe el velo de las especies,
y en este Santo de los santos en que ejerce
hasta el fin la función suprema
de su sacerdocio eterno, adorad al Sacerdote
por excelencia:
« Tu es sacerdos in aeternum.»
Vos sois Sacerdote, Vos sois el
único Sacerdote eterno, oh Jesús,
Hijo de Dios hecho hombre.
Vos sois Sacerdote como nadie lo ha sido
ni lo será. Sacerdote por esencia, Sacerdote
por naturaleza, así como por elección,
y vuestra elección es vuestra naturaleza misma
que os ha constituido Hombre-Dios.
Vos sois Sacerdote en toda la plenitud
de la forma sacerdotal, en toda la perfección
de las cualidades sacerdotales,
en toda la extensión posible
del poder, de la acción y de las funciones
del Sacerdocio: "Tu es sacerdos".
Oh Jesús, nuestro Sacerdote, yo os saludo,
os aclamo y me prosterno delante de Vos,
os adoro y quisiera fundirme de reconocimiento y anonadarme de respeto ante la verdad
profunda e incomprensible,
ante las cualidades preeminentes, ante
la acción infinita e inefable de vuestro
nombre de vuestra perfección,
de vuestras funciones de Sacerdote:
"Tu es sacerdos".
(LA PERSONA DEL CRISTO EUCARÍSTICO, P. Tesniére)
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