Por los merecimientos de la bienaventurada
siempre virgen María, y de todos los Santos,
humildemente os suplico, Señor mío Jesucristo,
que os sea acepta y agradable esta confesión
que acabo de hacer. Suplid con vuestra
misericordia los defectos que en ella haya cometido,
para que por los méritos de vuestra
preciosa sangre, alcance la perfecta y plenaria
absolución de mis pecados. Amen.
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