¡Oh Jesús, oh María, esperanza, salud,
y felicidad de todos los fieles!
desde el profundo abismo de sus miserias,
a vosotros se vuelven
las benditas almas del Purgatorio
para implorar el beneficio
de vuestra sangre,
¡oh Jesús! y el fruto de vuestros dolores,
¡oh María!.
Esta sangre, estos dolores que fueron
de tanta eficacia la primera vez en el Calvario, que libraron a
todo el mundo de toda iniquidad,
libren de sus penas a las almas
del Purgatorio, y por los
méritos de sangre tan preciosa
y de dolores tan acerbos,
sean conducidas salvas al cielo
aquellas prisioneras infelices
y en particular las más
olvidadas, por las cuales os pedimos con
todo el fervor de nuestro espíritu.
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