¡OH ALMAS REDIMIDAS!

Es de considerar aquí que la fuente y aquel sol resplandeciente que está en el centro del alma no pierde su resplandor y hermosura que siempre está dentro de ella, y no hay cosa que pueda quitar su hermosura.  Pero si sobre un cristal que está al sol se pusiese un paño muy negro, claro está que, aunque el sol dé en él, no hará su claridad operación en el cristal.

¡Oh almas redimidas por la sangre de Jesucristo! ¡Entendeos y habed lástima de vosotras! ¿Cómo es posible que entendiendo esto no procuráis quitar esta pez (suciedad) de este cristal? Mirad que, si se os acaba la vida, jamás tornaréis a gozar de esta luz. 

¡Oh Jesús, qué es ver a un alma apartada de ella! ¡Cuáles quedan los pobres aposentos del castillo! ¡qué turbados andan los sentidos, que es la gente que vive en ellos!.

Donde está plantado el árbol que es el demonio, ¿qué fruto puede dar?

(Santa Teresas de Jesús, "Las moradas")

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