Ya escribió David que los mansos no alcanzarán tan sólo la eterna bienaventuranza, sino que también en esta vida disfrutarán de extraordinaria paz ; y la razón es porque, lejos de conservar los santos rencor contra quienes los persiguen, les cobraban más amor, y el Señor, en premio a tanta paciencia, les aumenta la paz interior.
Decía Santa Teresa de Jesús, de Ávila : «Y con las personas que decían mal de mí, no sólo no estaba mal con ellas, sino que me parece les cobraba amor de nuevo»; por lo que más tarde escribió de ella la Sagrada Rota Romana que «las ofensas suministraban alimento a su amor».
Tan grande mansedumbre no se da sino en quienes tienen gran acopio de humildad y bajo concepto de sí mismos, que llegan a convencerse que merecen toda suerte de desprecios; y de ahí, por el contrario, que los orgullosos sean siempre iracundos y vengativos, porque, en su concepto, son dignos de todo honor.
(Práctica de amor a Jesucristo, san Alfonso Mª de Ligorio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario