Amorosísimo Señor mío y gloriosísimo Patriarca
Señor San José, consuelo de los desamparados,
seguro norte de nuestra esperanza
y remedio universal de nuestras necesidades,
en cuyas manos depositó Dios liberalmente
los tesoros de su Omnipotencia,
en beneficio de vuestros devotos
y de los que en sus aflicciones se valen de
vuestro patrocinio y amparo: acordaos gloriosísimo
Santo mío, de vuestras piedades,
y que ninguno hasta ahora de los que de veras
se han acogido a vuestro patrocinio
ha salido desconsolado de vuestra presencia:
mirad, pues, Padre mío, mi aflicción y necesidad
para socorrerla; y si acaso lo que os pido no ha de ser
para mayor honra vuestra y gloria de Dios,
borrad de mi corazón este deseo, imprimiendo
en su lugar en mi alma una humilde sujeción
y conformidad perfecta con su santísima voluntad.
(Devocionario Josefino)
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