¡Oh Jesús oculto bajo la Hostia!
os reconozco por el Hombre de dolor,
por el Crucificado, por mi Víctima,
muerta sobre el Calvario, con María,
con la Verónica y las piadosas
mujeres que os siguieron llorando,
con San Juan y el Buen Ladrón,
os adoro sobre el Calvario del altar,
monte de vuestro Sacrificio y
de vuestra muerte, tan real y verdaderamente
como el Calvario de Jerusalén.
Yo os hago honroso desagravio por haberos
desconocido tantas veces.
De hoy en adelante
yo sabré encontraros en vuestra Eucaristía
y ver en ella vuestra Pasión
y vuestra muerte, con todo el
amor de la una y de la otra.
(Manual de Adoración)
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