nunca me cansaré de contemplaros
con el Niño Jesús dormido
en vuestros brazos.
No me atrevo a acercarme
mientras que el Niño reposa
sobre vuestro corazón.
Abrazadle fuertemente en mi nombre;
y de parte mía, besad su fina
y delicada Cabecita.
Luego, suplicadle que me devuelva
ese beso a la hora de mi último suspiro.
San José, patrón de los moribundos,
rogad por nosotros. Amén.
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