Cuando en el mundo vivimos no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones, según que está escrito en el libro de Job.
Tentación es la vida del hombre sobre la tierra. Por eso cada uno debe tener cuidado, y velar en oración contra sus tentaciones porque no halle el diablo lugar de engañarlo, que nunca duerme, buscando por rodeos a quien devorar.
Ninguno hay tan santo ni tan perfecto, que no sea algunas veces tentado. Y es muchas veces provechoso al hombre ser tentado, porque es humillado, purgado y enseñado. Todos los santos por muchas tribulaciones y tentaciones pasaron, y aprovecharon; y los que no quisieron sufrir bien las tentaciones, fueron habidos por malos, y desfallecieron.
No hay orden tan santa, ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y adversidades. No hay hombre seguro de tentaciones del todo en tanto que vive; porque en nosotros está la causa, que nacemos con inclinación de pecado; y una tentación o tribulación ida, sobreviene otra. Siempre tenemos que sufrir, porque se perdió el primer estado de la inocencia. Muchos quieren huir de las tentaciones, y caen en ellas más gravemente. No se pueden vencer con sólo huir; mas con paciencia y verdadera humildad somos hechos más fuertes que todos los enemigos.
El que solamente desvía lo de fuera, y no arranca la raíz, poco aprovechará; al contrario, las tentaciones volverán a él más rápido, y se encontrará peor. Poco a poco con paciencia y larga esperanza, con el favor divino, vencerás mejor que no con tu propia importunidad y fatiga.
El principio de toda mala tentación es no ser constante en el bien comenzado, y no confiar en Dios, porque como la nave sin gobierno se tambalea con las olas, así el hombre descuidado, y que deja su propósito, es tentado de diversas maneras.
El fuego prueba al hierro, y la tentación al justo. Muchas veces no sabemos lo que podemos,pero la tentación descubre lo que somos.
Debemos velar principalmente al principio de la tentación; porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo, cuando no lo dejamos pasar de la puerta del alma. Por lo cual dijo uno: resiste a los principios: tarde viene el remedio cuando la llaga es muy vieja.
Lo primero que ocurre al alma es sólo el pensamiento, luego la importuna imaginación, después la delectación y el feo movimiento, y el consentimiento, y así se apodera poco a poco el enemigo del todo, por no resistirle al principio.
Y cuanto uno fuere más perezoso en resistir, tanto cada día se hace más débil, y el enemigo más fuerte. Algunos padecen graves tentaciones al principio de su conversión, otros al fin, otros casi toda su vida padecen. Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y juicio de la divina ordenación, que mide el estado y los méritos de todos, y todo lo tiene ordenado para salud de los escogidos.
Por eso no hemos de desesperar cuando somos tentados, sino rogar a Dios con mayor fervor, que tenga por bien de nos ayudar en toda tribulación.
El cual sin duda, según el dicho de San Pablo, nos pondrá tal remedio, que la podamos sufrir, y salgamos de ella con provecho.
Pues así es, humillémonos bajo la mano de Dios en toda tribulación y tentación; que Él salvará y engrandecerá a los humildes de espíritu. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto el hombre ha aprovechado, y en ellas consiste el mayor merecimiento, y se conoce mejor la virtud.
No es mucho ser el hombre devoto y ferviente cuando no siente pesadumbre; mas si en el tiempo de la adversidad se sufre con paciencia, esperanza es de gran bien. Algunos hay que son guardados de grandes tentaciones, y son vencidos muy a menudo de pequeñas, con la idea de que se humillen, y no confíen en ellos mismos en cosas grandes, pues no son grandes en cosas chicas.
(Imitación de Cristo, Thomas Kempis)
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