POESÍA EN UNA CARTA DE SANTA TERESITA
A SU PADRE, EL SR MARTÍN
25 de agosto de 1885
Querido papaíto: Si estuvieras en Lisieux, deberíamos felicitarte hoy tu santo. Pero, como no estás, quiero igualmente, y más que nunca, desearte en el día de tu santo una gran felicidad, y sobre todo que lo pases muy bien en el viaje. Espero, papaíto querido, que te diviertas mucho y que te guste mucho el viaje. Pienso continuamente en ti, y pido a Dios que te conceda pasarlo bien y que vuelvas pronto con buena salud. Querido papá, para tu santo Paulina me había compuesto unos versos preciosos para que te los recitase el día de tu santo; pero ya que no puedo hacerlo, te los voy a escribir:
FELICITACIÓN DE UNA REINECITA A SU PAPÁ-REY EN EL DÍA DE SU SANTO
Si fuera una palomita, ¿sabes, papá, adónde iría?
En tu pecho, nido y tumba, por siempre me quedaría.
Si fuera una golondrina, estos días de calor, iría a cerrar mis alas a la sombra de tu amor.
Si fuera yo un petirrojo, me estaría en tu jardín.
Con sólo un grano, tu mano me daría un gran festín.
Si fuera yo un ruiseñor, pequeño cantor salvaje, pronto mi bosque dejara por cantar en tu boscaje.
Si yo fuera una estrellita, de noche siempre saldría, y cuando el día se oculta nunca oscuro se te haría.
A través de tu ventana encendiera mil destellos, y nunca me ocultaría sin decirte algo del cielo.
Si fuera yo un angelito, querubín de alas doradas, hacia ti dirigiría, papá, el vuelo de mis alas.
Te mostraría mi Patria en un sueño misterioso; te diría:
«Tras la vida te espera un brillante trono».
Si quisieras alas blancas, te las traería del cielo, y hacia la eterna ribera alzaríamos el vuelo.
Mas no tengo alas brillantes, yo no soy un serafín, soy tan sólo una niñita a la que hay que conducir.
Sólo soy débil aurora, simple capullo de flor, y el rayo que me entreabre es, papá, tu corazón.
Al crecer, veo tu alma repleta del Dios de amor;
tu santo ejemplo me inflama y quiero imitarte yo.
Quiero, Rey mío, en la tierra ser tu alegría mayor: imitarte, padrecito, amar como tú al Señor.
Más tendría que decirte, pero es preciso acabar.
Sonríeme, padre amado, y ven mi frente a besar.
Adiós, queridísimo papá.
Tu Reina que te ama con todo su corazón.
Teresa


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