ORACIÓN A SAN JOSÉ DESPUÉS DEL SANTO ROSARIO

 A ti, oh bendito José, venimos en nuestra tribulación, 
y habiendo implorado la ayuda de tu Santísima Esposa, 
invocamos confiadamente también tu patrocinio. 
Por esa caridad que os unió a la Inmaculada Virgen Madre de Dios 
y por el amor paterno con que abrazasteis al Niño Jesús, 
os suplicamos humildemente que veas la herencia que 
Jesucristo ha comprado con su Sangre, y con vuestro poder y fuerza, 
ayúdanos en nuestras necesidades. 
Oh guardián más vigilante de la Sagrada Familia, 
defiende a los hijos escogidos de Jesucristo; 
Oh padre amado, aleja de nosotros todo contagio de error y mala influencia.
Oh nuestro protector más poderoso, sé amable con 
nosotros y desde el cielo ayúdanos en nuestra lucha 
contra el poder de las tinieblas.
Como una vez rescataste al Niño Jesús de un peligro mortal,
 ahora protege a la Santa Iglesia de Dios de las trampas 
del enemigo y de toda adversidad; Protégenos también 
cada uno de nosotros con tu protección constante, 
para que, apoyados en tu ejemplo y tu 
ayuda, podamos vivir piadosamente, 
morir en santidad y obtener la felicidad eterna en 
el cielo. Amén.



ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

Padre Celestial, Creador del cielo y de la tierra, Tú que eres como el sol que nunca se apaga, iluminando cada rincón de mi vida con Tu amor infinito, hoy me acerco a Ti con un corazón lleno de gratitud y humildad. Te doy gracias porque, como la lluvia que riega la tierra árida, Tu amor y Tu gracia han nutrido mi alma y me han dado vida en abundancia. Señor, en este día, te pido claridad en mis pensamientos y acciones, que mi mente sea como un río tranquilo, fluyendo en la dirección de Tu voluntad perfecta.

Jesús, Hijo de Dios y Salvador del mundo, Tú que eres el camino, la verdad y la vida, guía mis pasos como el pastor guía a sus ovejas por verdes praderas. Que cada decisión que tome hoy esté alineada con Tu propósito divino, y que mis metas sean reflejo de Tu plan perfecto para mí. Te agradezco porque, en medio de la incertidumbre, Tú eres mi roca firme y mi refugio seguro.

Espíritu Santo, aliento de vida y consolador fiel, desciende sobre mí como el rocío que cae silencioso en la noche, renovándome, fortaleciéndome y dándome la paz que sobrepasa todo entendimiento. Ayúdame a mantener la calma en medio de las tormentas de la vida, recordando que, aunque las olas rugen a mi alrededor, Tú estás en mi barca y no permitirás que me hunda.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

“Espíritu Santo, tú eres Dios, abismo infinito de belleza 
donde se saciará toda mi sed de amor.
Mira mi interior, donde a veces habitan egoísmos, 
impaciencias, rechazos.

Regálame el don de la paciencia. 
Quiero vivir el mandamiento del amor 
que me dejó Jesús, pero a veces me brotan 
malos sentimientos que se apoderan de mí.

A veces hago daño con mis palabras, con mis acciones, 
o con mi falta de amabilidad.
Ayúdame, Espíritu Santo, para que pueda mirar 
a los demás con tus ojos pacientes.
Quiero reconocer tu amor para todos 
los seres humanos, también para esas personas 
que yo no puedo amar con paciencia y compasión. 

Todos son importantes para el corazón 
amante de Jesús, todos son sagrados y valiosos.
Nadie ha nacido por casualidad 
sino que es un proyecto eterno de tu amor.

Libérame de condenar y de prejuzgar a los demás.
Quisiera imaginar sus sufrimientos, sus angustias, 
esas debilidades que les cuesta superar.
Ayúdame a encontrar siempre alguna excusa 
para disculparlos y para no mirarlos más con malos ojos. 
Derrama en mí toda la paciencia que necesito.
Ven Espíritu Santo. Amén.”



MARCHA DE PENTECOSTÉS


 
Hoy tu Espíritu Señor
nos congrega en la unidad
nos da fuerzas para andar
renovados en tu amor.

Santo Espíritu de Dios 
de la paz y de la Luz
que nos das a conocer
el misterio de Jesús.

Ven al fin a saciar
nuestra sed de paz.
Este mundo en su dolor
clama ardiendo de ansiedad,
que tu Espíritu Señor
lo conduzca a la verdad.

Ven al fin a reinar
cambia al mundo ya.
Ni la carga de la cruz
nuestras fuerzas rendirá
la alegría que Tú das
nadie nos ha de quitar.
Ven al fin a gritar 
en mi voz: Amén.

(Cancionero Católico)

PATERNIDAD CASTA DE SAN JOSÉ

 


Sin temor a exagerar, podemos afirmar que José es padre de Jesús, el hijo de María siempre Virgen, con una paternidad excelsa y muy superior a la de los padres que engendran según la carne. Como afirma san Agustín, a José no sólo se le debe el nombre de padre, sino que se le debe más que a otro alguno (...), ¿cómo era padre? Tanto más profundamente padre, cuanto más casta fue su paternidad. 

Algunos pensaban que era padre de Nuestro Señor Jesucristo, de la misma forma que son padres los demás, que engendran según la carne, y no sólo reciben a sus hijos como fruto de su afecto espiritual. Por eso dice San Lucas: se pensaba que era padre de Jesús. ¿Por qué dice sólo se pensaba? Porque el pensamiento y el juicio humanos se refieren a lo que suele suceder entre los hombres. Y el Señor no nació del germen de José. Sin embargo, a la piedad y a la caridad de José, le nació un hijo de la Virgen María, que era Hijo de Dios.

José amaba a Jesús como no somos capaces de amar los demás hombres. Entregó al Hijo de Dios encarnado lo mejor de sí mismo, incluyendo el trabajo que llenaba su vida y sustentaba a la familia que quiso Dios para nacer, crecer y alcanzar su madurez entre los hombres. 


-Catholic.net-

SUFRE CON CRISTO PARA REINAR CON CRISTO



 Todas las cosas pasan, y tú con ellas. 

En el Altísimo esté tu pensamiento; y tu oración diríjase sin cesar a Cristo. Si no sabes contemplar las cosas altas y celestiales, descansa en su pasión, y mora muy gustoso en sus sacratísimas llagas. 

Porque si te llegas devotamente a las llagas y preciosas heridas de Jesucristo, gran consuelo sentirás en la tribulación, no harás mucho caso de los desprecios de los hombres y fácilmente sufrirás las palabras de los maldicientes.

Cristo fue también en el mundo despreciado de los hombres, y entre grandes afrentas desamparado de amigo y conocidos, y en la mayor necesidad. 

Cristo quiso padecer y ser despreciado, tuvo adversarios y murmuradores, ¿y tú quieres tener a todos por amigos y bienhechores? ¿Cómo se coronará tu paciencia, si ninguna adversidad se te ofrece? Si no quieres sufrir algo, ¿cómo serás amigo de Cristo? Sufre con Cristo y por Cristo, si quieres reinar con Cristo.


(Imitación de Cristo, Thomas de Kempis)

Entrada destacada

ORACIÓN A SAN JOSÉ DESPUÉS DEL SANTO ROSARIO

  A ti, oh bendito José, venimos en nuestra tribulación,  y habiendo implorado la ayuda de  tu Santísima Esposa,  invocamos confiadamente ta...

ENTRADAS POPULARES