Nuestro fin es Dios, fuente de todo bien, y, como decimos en nuestra oración, sólo en él debemos confiar, y no en otros.
Si tenéis auténtica fe y esperanza, hará con vosotros grandes cosas, él, que exalta a los humildes.
Dios quiere probaros como al oro en el crisol. El fuego va consumiendo la ganga del oro, pero el oro bueno permanece y aumenta su valor. De igual modo se comporta Dios con su siervo bueno que espera y persevera en la tribulación. El Señor lo levanta y le devuelve, ya en este mundo, el ciento por uno de todo lo que dejó por amor suyo, y después le da la vida eterna.
Si vosotros perseveráis constantes en la fe en medio de las tentaciones, Dios os dará paz y descanso temporal en este mundo, y sosiego imperecedero en el otro.
-San Jerónimo Emiliani-
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