1. El hombre necesita pan, pero también necesita fe. Necesita bienes materiales, pero más aún necesita el rayo de luz que viene de arriba y alienta y orienta nuestra peregrinación terrena.
2. Una vida arraigada en la fe, que florece en la caridad, exhala el perfume de la esperanza. La misión del cristiano es ser testigo de la esperanza.
3. La humildad consiste en ponerse en su verdadero sitio. Ante los hombres no pensar que soy el último porque no lo creo. Ante Dios, reconocer continuamente mi dependencia absoluta respecto a Él. Todas mis superioridades frente a los demás de Él vienen.
4. La alegría no depende de fuera, sino de dentro. El católico que medita su fe, nunca puede estar triste. ¿El pasado? Pertenece a la misericordia de Dios. ¿El presente? A su buena voluntad ayudada por la gracia abundante de Cristo. ¿El porvenir? Al inmenso amor de su Padre celestial.
5. No basta sonreír para vivir contentos nosotros. Es necesario que creemos un clima de alegría en torno nuestro. Nuestra sonrisa franca, acogedora, será también de un inmenso valor para los demás.
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