MIRANDO AL PUEBLO INFIEL



(«La mies es mucha y los obreros pocos ». S. Mateo) 
Pobre el pueblo que va peregrino 
Sin antorcha de fe ni de amor. 
Sin saber de su eterno destino, 
Sin que nadie le enseñe el camino 
Que conduce a la paz del Señor. 
Sin un guía que oriente su anhelo 
De este mar en el fiero vaivén, 
Sin hallar a sus penas consuelo, 
Sin saber que hay un Padre en el cielo 
Que es la fuente inexhausta del bien. 
¡Pobre el pueblo que en su honda amargura 
Vive en sombras de error y de mal! 
¿Puede darse mayor desventura 
Que vivir en mortal noche oscura 
Sin un rayo de luz celestial? 
¡Oh, Señor! Que el obrero escasea 
Para campos inmensos de mies. 
¡Hora es ya de que el mundo en Ti crea 
Y que pronto, muy pronto, se vea 
Por amor convertido a tus pies! 
¡Pobres pueblos, Señor, si los dejas 
Al asalto del lobo feroz! 
¡Ay si Tú de su lado te alejas 
Y no pueden oír las ovejas 
Del Pastor amoroso la voz! 
¡Oh, Jesús! Que la tierra afligida 
Sólo en Ti puede hallar salvación. 
¡Muestra ya al mundo infiel esa Herida 
Que brotó como fuente de vida 
Del tesoro de tu Corazón!
(Rufino Villalobos)

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