ORACIÓN PREPARATORIA PARA COMULGAR


Tú, Señor, que no permitiste a Moisés que se acercara al lugar santificado por tu adorable presencia en la montaña de Horeb sin quitarse el calzado de sus pies;

Tú, que consumiste con espantoso fuego a los que se atrevieron a tocar el Arca de la Alianza; Tú que cubriste con terribles rayos y torbellinos las cumbres del Sinaí para hablar a tu pueblo y darle tu ley, ¿me permites acercarme a tu altar para recibir el Cuerpo augusto de tu Divino Hijo, cuando yo no he correspondido a tus beneficios sino con una continuada ingratitud y constante desprecio de tus mandamientos?

¡Cuan grande es, Señor, tu misericordia! Y Tú, adorable Salvador mío, ¿Tú vienes a mí, tan indigno como soy de estar en tu presencia? ¡Ah cómo debiera presentarme aquí para comer el pan de la vida eterna, sino adornado de todas las virtudes y penetrado del más profundo dolor de haberte ofendido!. ¿qué ofrenda puedo presentarte si solo tengo un corazón inclinado al mal, sujeto a las pasiones y víctima infeliz de todos los desórdenes?

"No, no soy digno de que entres en mi pobre morada; di una sola palabra, y mi alma sanará, pero, Señor, Tú sales a mi encuentro; tu amor infinito te impulsa a venir hacia mí, te apresuras a entrar en mi corazón: ¿qué puedo hacer a la vista de semejante amor? humillarme en tu presencia, confesarte mi miseria, la indignidad de mi alma; rogarte olvides enteramente mis extravíos, volar, en fin, a tu mesa sagrada a repetir constantemente con el Centurión: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme."

(Corona Católica, José de la Cruz Pacheco)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

CÓMO SAN FRANCISCO CONVIRTIÓ A TRES LADRONES HOMICIDAS

  Yendo una vez San Francisco por el territorio de Borgo San Sepolcro, al pasar por una aldea llamada Monte Casale, se le presentó un joven ...

ENTRADAS POPULARES