NO MATARÁS (NO AL ABORTO)
Es un pecado grave contra este mandamiento el aborto.
Se llama aborto la interrupción del embarazo cuando el feto todavía no puede sobrevivir fuera del seno materno.
El  Artículo 15 de la  Constitución Española nos dice:  «Todos tienen derecho a la vida».
Provocar el aborto directamente es un homicidio, porque el feto es un nuevo individuo plenamente capaz para lograr su desarrollo completo. De la unión del óvulo con el espermatozoide nace un nuevo ser humano, una célula diferente con doble herencia: 23 cromosomas del padre y 23 de la madre.

Por eso, ese nuevo ser es persona humana racional, aunque no ejercite su racionalidad, y la dignidad de ser persona concede a toda naturaleza humana los mismos derechos.

Como la vida de una persona comienza con la concepción, el aborto provocado es un crimen.



Es un asesinato de lo más cruel y cobarde, pues el asesinado es un ser inocente e indefenso que no puede huir, ni siquiera gritar para protestar de la injusticia que se comete con él.
Los abortistas se molestan si se les llama asesinos; pero, ¿qué otro nombre podemos dar a los que han condenado a muerte a cuarenta millones de seres inocentes? Y añaden: «La Iglesia es cruel, porque a  los que cargan con el trauma de haber abortado, les añade el trauma de la excomunión».
Este razonamiento es absurdo. Sería como querer quitar la policía para no preocupar a los terroristas. Defender a  los abortistas es como defender a  los terroristas que matan, y despreocuparse de las víctimas. Permitir el aborto para evitar el peligro de  las  mujeres que  abortan clandestinamente es  lo  mismo que permitir los asesinatos para no poner en peligro la vida de los asesinos.




El Dr. Jerónimo Lejeune, uno de los más brillantes investigadores franceses, Catedrático de Genética en la Universidad de la Sorbona de París,  y  Director del  Centro  Nacional de  Investigación Científica,  que cuenta en su haber profesional con los más importantes premios científicos, y es miembro de las Academias de Ciencia de Suecia, Inglaterra y Estados Unidos, dice:
«Esta primera célula, resultado de la concepción, es ya un ser humano». Tiene los 46 cromosomas propios de la especie humana.
 En otra ocasión dijo: «Aceptar que después de la
concepción un nuevo ser humano ha empezado a existir, no es ya cuestión de gusto o de opinión, sino una evidencia experimental».
Sigue diciendo el Dr. Lejeune: «Si el embrión no es desde el primer momento un miembro de nuestra especie, no llegaría a serlo nunca. Decir que no es un hombre, es lo mismo que decían los nazis: “un prisionero no es un hombre”».




Lo mismo se decía en una de las conclusiones de la Conferencia Internacional sobre el Aborto, celebrada en Washington donde participaron expertos en varios campos de la Medicina. 

Pero además el aborto es ilícito incluso en el caso de duda.
Si me dan un paquete para que lo tire al mar diciéndome que es un gato muerto, pero yo sospecho que es un niño vivo, no puedo tirarlo al mar, antes de salir de la duda. Y si lo hago sin estar seguro de que no es un niño vivo, y resulta que lo es, soy responsable de un homicidio.
Pues bien, en Teología se dice que hay un nuevo ser humano desde el primer momento de la concepción. Y los médicos confirman esta afirmación. «El zigoto es vida humana desde el principio, aunque no es vida humana individual hasta el momento en que el blastocito se diferencia y  se  consolida  en  uno  o  más  embriones»,
ha  dicho  Federico  Mayor Zaragoza, Director del Centro de Biología Molecular.
 "Desde el comienzo del proceso embrionario nos encontramos con una individualidad genética distinta y diferenciada de la de los padres". (Revista TRIBUNA MÉDICA del 11-X-74, pg. 37)
El  código  genético  contiene  las  características  humanas  e individuales del nuevo ser. Todo lo que cada individuo humano posee de único, singular e irrepetible a lo largo de toda su historia, está ya presente en su código genético.

«La persona humana está en el embrión con todas sus   potencialidades,  que   se   irán   desarrollando  a  lo  largo   de   su existencia» (Victor García de la Hoz)
Por eso la Asociación de Ginecólogos de Suecia ha pedido que al feto se llame niño, «para llamar a las cosas por su nombre, pues abortar un feto es matar un niño». 





El Profesor Juan Ramón Lacadena, Catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, en el Primer Congreso Internacional de Bioética de España, dijo que «la nueva vida comienza en el momento en que el espermatozoide entra en el óvulo».
El Dr. José Hernández Yago, Presidente de la Sociedad Valenciana de Bioética, ha dicho que el descubrimiento del genoma humano demuestra «inequívocamente que en el momento de la fecundación del óvulo por el espermatozoide surge un ser humano con todo el genoma completo».

El biólogo Jean Rostand afirma: «La individualidad humana comienza en el momento de la concepción». 




 El Dr. D. José Botella, Presidente de la Real Academia de Medicina y Catedrático de Ginecología en la Universidad Complutense de Madrid, en un artículo titulado El derecho a nacer, publicado en el diario YA, dice que la individualidad humana depende del código genético, y este código genético queda constituido en el momento de la concepción, siendo propio del nuevo ser, distinto de los códigos paterno y materno. Es decir, que el nuevo ser es un individuo desde el momento de la concepción, y por lo tanto está amparado por los derechos humanos. Eliminarlo es eliminar a un hombre: un homicidio.
 

 El Profesor Kastler, Premio Nobel, dice: «La vida humana comienza en la concepción, en el momento de la fusión del espermatozoide y el óvulo»



 El Dr. José Antonio Abrisqueta, Jefe de la Unidad de Genética Humana del Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, afirma:
«Ningún científico dudaría en afirmar que la vida humana empieza en el momento de la concepción». «La biología contemporánea impone que el embrión humano es un individuo estrictamente  determinado, con un  potencial  genético propio, desde el instante de la concepción».

 En un artículo titulado "Biología del desarrollo: Tu destino, desde el día uno," la prestigiosa revista científica británica "Nature", ha señalado que el cuerpo de los mamíferos, incluyendo el cuerpo humano, comienza a seguir un plan claramente predeterminado apenas pasadas pocas horas del momento de la concepción. "Nature" señala que Richard Gardner, un embriólogo de la Universidad  de  Oxford, ha  repetido  experimentos realizados por primera vez en la década de los 80 en Flushing, Nueva York (Estados Unidos) por Jean Smith del Queen's College, que demuestran que el cuerpo humano comienza a ser modelado desde el momento mismo de la concepción-fertilización.

«Ningún biólogo duda hoy en día que en el momento mismo de la reunión de los gametos, se ha engendrado ya no sólo una vida nueva e independiente, sino además una individualidad inédita».

El  profesor  Herranz  Catedrático  de  Histología  y  Embriología General de la Universidad de Navarra, ha dicho: «El embrión humano es un ser humano, tiene vida humana. Su DNA es el mismo que tendrá toda su vida». Desde este momento este nuevo ser tiene sus derechos personales.
Jamás un anatómico o un fisiólogo considerará el feto como parte integrante de la madre, como puede serlo el apéndice o una verruga que se pueden extirpar a  voluntad.
La vida del feto no es la de la madre, sino la suya propia, y tiene  derecho  a  que  se  respete  como  se  debe  espetar  la  vida  de  un adulto.
En un congreso de científicos de las universidades de Roma, celebrado en la universidad La Sapienza, el 2 de febrero del 2002, se llegó a  la  conclusión  de  tratar  al  embrión  como  paciente,  con  los  mismos derechos   de   cualquier   paciente,   pues   es   un   individuo   totalmente humano.

Las mujeres abortistas dicen que ellas hacen de su cuerpo lo que quieren; pero el feto no es una verruga. Es un ser humano. Y ninguna madre es la propietaria de la vida de su hijo. El 17 de marzo de 1983 dijo la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas:
«El concebido no es una parte del organismo materno, sino un ser humano  perfectamente  individualizado,  con  su  propio  patrimonio genético».
«La afirmación de que el embrión y el feto son una parte del cuerpo de la madre es biológicamente, y con toda claridad, falsa. El nuevo ser no es una parte del organismo materno, sino una realidad biológicamente distinta.
Julián Marías, de la Real Academia Española, en un artículo del ABC, dice cosas muy acertadas: «Eso de que el feto es parte del cuerpo de la madre es una insigne falsedad, porque no es parte, está “alojado” en ella, “implantado” en ella. Una mujer no dice “voy a tener un tumor”, sino “voy a tener un hijo”... A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: Se dice que es la “interrupción del embarazo”. Como si al ahorcar se le llamara interrupción de la respiración»... Hoy está de moda encubrir asesinatos con palabras bonitas: Al aborto se le llama: interrupción del embarazo. A la eutanasia se la llama: muerte digna. Y al asesinato de fetos: clonación terapéutica. 





Esa nueva vida que se ha formado en el vientre de una madre, no le pertenece a ella, pertenece a la especie humana, pertenece a Dios. Dios  ha  dispuesto  que  los  primeros  días  del  ser  humano  se desarrollen dentro del seno de la madre para proteger su vida.

Esto  para  algunos seres, en  lugar de  ser  una defensa resulta un riesgo, pues madres que no se atreverían a asesinar a su hijo de dos años, se atreven a hacerlo si sólo lleva pocos meses en su seno. Estas madres traicionan la misión que Dios les ha confiado.
Esto no lo hacen ni las fieras. Todos los animales defienden a sus crías. 



El que en algunas naciones el aborto no esté penalizado por la ley, no lo convierte en moral. Las normas morales absolutas son independientes de la voluntad de los hombres. La ley de Dios prohíbe el aborto, y ninguna ley hecha por el hombre puede hacer lícita la muerte de un inocente.

Biológicamente no hay diferencia entre matar un embrión humano de veinticuatro horas o un niño de veinticuatro meses.

Querer  despenalizar  el  aborto  criminal  porque  son  muchas  las mujeres que lo practican, es una aberración.
En ese caso, habría que permitir los robos y los atracos cuando son frecuentes. La  despenalización del  aborto criminal  para contentar las voces que lo reclaman, no convierte el aborto en bueno. La despenalización del aborto lleva a que se realicen monstruosidades, como cubos de basura llenos de fetos humanos, o aquel ginecólogo que   alimentaba a su perro con lo fetos que obtenía de los abortos que practicaba a las mujeres que acudían a su clínica.

 Por otra parte, la despenalización del aborto para evitar los peligros de los abortos clandestinos realizados por inexpertos, trae peores consecuencias; se crea una conciencia colectiva de que no puede ser malo moralmente lo que está autorizado, y se aumenta enormemente el número de abortos. En Rumanía, después de despenalizarse el aborto en 1965, abortaron el 25% de las mujeres fértiles, hasta el punto de realizarse cuatro abortos por  cada nacimiento. Esto hizo que el gobierno socialista de Rumanía revisase la legislación abortiva.
 
El aborto mata al año más personas que el cáncer, el SIDA o los accidentes. En 1999 la primera causa de muerte en España ha sido el aborto quirúrgico. Fueron 58.399. La segunda fueron las enfermedades cardiovasculares: 50.000. Y de los 58.400 abortos, la mayoría fueron de jóvenes a quienes se recomendó, en las campañas de información sexual, el uso del preservativo.

Decía la Madre Teresa de Calcuta: «El aborto es la mayor desgracia de nuestro tiempo, porque si se permite que una madre mate a su hijo, ¿cómo se va a impedir que un hombre mate a otro? 





Es una hipocresía defender como política de partido las libertades democráticas de la persona humana, y luego defender el aborto, privando del derecho a la vida a una persona inocente, aprovechándose que no puede defenderse, ni siquiera protestar. Los defensores del aborto criminal piensan mucho en los inconvenientes que tiene para la madre un hijo no deseado, pero no piensan en los derechos que ese hijo tienen a seguir viviendo.
 
En 1996 se bautizó en la Iglesia Católica el Dr. Bernard Nathanson, conocido en otro tiempo como el «rey de aborto». Fue Director de la mayor clínica abortista de Estados Unidos: la CRANCH. Tenía a sus órdenes treinta y cinco médicos que, en diez quirófanos, practicaban ciento veinte abortos diarios. Según él mismo manifestó en una conferencia en el Colegio de Médicos de Madrid: «bajo mis órdenes se practicaron sesenta mil abortos, y yo hice personalmente unos cinco mil».
En los años 80 se convenció de que el feto era un ser humano, pues hay evidencia científica de que la vida humana empieza en la concepción, y se volvió antiabortista. Es autor del libro Abortando en América  y de la película El Grito Silencioso. La  gente  del  Movimiento  Pro-Vida  le  hicieron  cuestionarse  el ateísmo que había mamado desde pequeño. Dice: «Comencé a considerar en serio la idea de Dios. Descubrí el Dios del Nuevo Testamento en quien yo   podía   encontrar   el   perdón   que   durante   tanto   tiempo   busqué desesperadamente.
Convencido de que Dios me perdonaría los crímenes que había cometido. Eso me resultó sumamente consolador para mi espíritu afligido». 


Dr. Bernard Nathanson

También  se  ha  convertido  al  catolicismo  la  mujer  símbolo  del derecho al aborto. Norma McCorvey, más conocida con el seudónimo de Jane Roe, fue la protagonista de una larga batalla que acabó con la legalización del aborto por parte de la Corte Suprema de Estados Unidos. El anuncio ha sido hecho público por la misma Norma, durante un servicio ecuménico en la Iglesia de la Trinidad en Waco, Texas. «Durante 25 años he sido utilizada por los abortistas. Me equivocado en todo», confiesa ahora. 




  La agencia de noticias ACI, en un comunicado del 2 de febrero del 2001, notifica un testimonio a  la  emisora de radio de Río de Janeiro, Rainha da Paz, de un médico brasileño que hizo una gran fortuna con una clínica de abortos y perdió a su hija de veintitrés años después de haberse sometido a un aborto. Le entró un enorme remordimiento de todos los niños que él había matado con los abortos que practicó. Arrepentido vendió su clínica abortiva y construyó un HOGAR DE AMPARO para acoger a las madres solteras con problemas, con el propósito de adoptar a todos los niños que vengan al  mundo a  través de  sus  manos, para que Dios le perdone los crímenes que cometió.
 
Algunos dicen que si la Iglesia predica tanto contra el aborto, por qué no lo hace en la misma media contra la pena de muerte. Pero son dos casos totalmente  distintos. 
La  Iglesia  acepta  la  pena  de  muerte  en  un  caso extremo, si es la única manera eficaz de defender la vida de personas inocentes, amenazadas por un injusto agresor. En cambio en el aborto se condena a muerte a una persona inocente. Y esto no se puede justificar jamás.



Es inconcebible que los mismos que quitan la pena de muerte para asesinos, que son un peligro para la sociedad, condenen a muerte a seres inocentes en el seno de su madre.
Es curioso que muchos que están contra la pena de muerte por el peligro de que se condene a muerte a un inocente después están a favor del aborto donde siempre se condena a muerte a seres inocentes.
¿Qué podemos esperar de una sociedad que permite asesinar a niños no nacidos, por egoísmo de los mayores? ¿Qué valores van a respetar los que no respetan el derecho a vivir de sus hijos inocentes?. 



 El  Papa Juan Pablo II  dijo  en  Polonia el  4  de  junio de  1991: «Ningún gobierno tiene derecho a autorizar la muerte de seres humanos inocentes». «El hombre progresa en la medida en que mejora». «Progresar no es tener más, sino ser más y mejor. Permitir asesinar a seres humanos inocentes no nacidos, no es progresar. Es retroceder"
Defender el aborto criminal como un derecho de la mujer, es como defender la libertad del asesino para matar, y olvidarse del derecho que tiene la víctima a vivir. 



 ¿Y si se trata de un embarazo por violación? La situación de una muchacha embarazada por violación es triste, pero esto no justifica el aborto. ¿Qué culpa tiene el hijo? ¿Por qué se le va a condenar a muerte a él? Si hay que castigar a alguien, es al violador.

No va el hijo a pagar con su vida la culpa de su padre.
La honra de la madre no justifica el derecho a matar a su hijo.
Si es un hijo no deseado, que lo entregue en adopción, pero matarlo es un crimen.
 Eso de que la madre puede disponer de la vida de su hijo es una monstruosidad. La madre tiene obligación de que su hijo viva, y si es culpable de su muerte, nadie le quitará ese remordimiento.
 
El  aborto  puede  quedar  impune  ante  la  ley,  pero  no  ante  la conciencia; el remordimiento no la dejará dormir tranquila. Así me lo aseguraba una chica que se despertaba sobresaltada por las noches,  mucho  tiempo  después  de  haber  practicado  el  aborto,  por  el remordimiento de  haber  asesinado  al  hijo  de  sus  entrañas.  Me  decía: «Padre, a veces me despierto viendo a mi hijo a quien asesiné». Decía el Dr. Wilke: «Es más fácil sacar un bebé del útero de una mujer que de su conciencia». Los médicos y los psiquiatras saben también hasta  qué  punto  las  mujeres  que  han  abortado  voluntariamente  sufren traumas psíquicos».

El  doctor  D.  Antonio  Peco,  ginecólogo,  con  treinta  años  de profesión en la Seguridad Social y en su clínica privada, me habló del trauma psíquico que sobreviene después del aborto:

a) Remordimientos de conciencia por haber asesinado a su propio hijo.
 b) Mujeres que tenían uno o dos hijos y abortaron al que venía de camino. Después perdieron uno o los dos hijos, y viven desesperadas, pues ya es tarde para encargar otro.

c) Matrimonios que no tienen valor de mirarse a la cara después de haber abortado, y terminan rompiendo definitivamente.
d)  Padres que ayudan a  sus hijas a  abortar, y  después terminan odiándose mutuamente.
Con razón los psicólogos austriacos reconocen gran cantidad de neurosis y depresiones en mujeres que han abortado voluntariamente. El Dr. Henry P. David, profesor de Psicología de la Universidad de Maryland de Baltimore (U.S.A.) dice: «El 64% de las mujeres a las que se ha realizado el aborto fueron ingresadas en hospitales psiquiátricos». David  C.  Reardon, en  un  estudio  publicado  en  la  revista  Post Abortion Review   dice que las mujeres que han practicado el aborto presentan desórdenes mentales 41% más que las que no lo han hecho. Y son también muy numerosas las que terminan suicidándose después de
haber practicado el aborto. Muchas en la fecha que abortaron o en la que debería haber nacido su hijo.


 «Un estudio del Instituto Bioético De Weber de Canadá, reveló que las complicaciones de los abortos no suelen ser aireadas por la prensa y se permite  que  miles  de  mujeres  se  sometan  a  estos  procedimientos  sin conocer los riesgos físicos y psicológicos que enfrentan. El Instituto, con sede en Toronto, publicó un informe titulado "La salud de la Mujer después del Aborto: La evidencia médica y psicológica", en el que resume más de 500 estudios realizados en los últimos 20 años.  

Según el estudio, las complicaciones del aborto no son sólo sanitarias, sino que las mujeres que se someten a la práctica son más propensas a cometer suicidio después de un aborto que después de haber dado a luz. 
Cáncer de seno, infección pélvica, infertilidad, embarazos ectópicos con riesgo de muerte, y consecuentes partos prematuros, con un alto índice de niños que nacen con parálisis cerebral- son algunos de los graves efectos desconocidos por las mujeres que deciden abortar, según se ha publicado en Toronto».

Es significativo el testimonio de Laura: al entrar en la clínica abortiva se encontró en la puerta un grupo de jóvenes rezando el rosario por las madres que iban a matar a sus hijos. Le entró un gran remordimiento y se volvió. Cuando nació el niño le puso por nombre Victor, PUES SALIÓ VICTORIOSO, Y HOY ES LA MAYOR ALEGRÍA DE SU VIDA, lo quiere con locura y se siente feliz. 


Tampoco es admisible el aborto ante el peligro de que el niño pueda nacer subnormal. ¿Es que los enfermos no tienen derecho a vivir?¿Es que la solución de las enfermedades es matar a los enfermos? Esto sería muy cómodo y barato. Se acabarían los problemas de la Seguridad Social. Pero nada puede justificar condenar a muerte a una persona inocente.
Aparte de que esas predicciones  de  subnormalidad  en  los  todavía  no  nacidos  se  presta  a enormes errores.
Así ocurrió cuando la nube tóxica de Seveso (Italia), que recomendaron a las madres embarazadas que abortaran ante el peligro de tener hijos subnormales, y luego resultó que las cuatrocientas madres que no quisieron abortar tuvieron hijos perfectamente sanos.
Lo  mismo ocurrió en  España con  las  embarazadas enfermas del aceite de colza, a quienes se les recomendó el aborto ante el peligro de tener niños anormales. Luego resultó, según el Dr.Zamarriego, Presidente del Consejo del Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad, que de cuatrocientos cincuenta partos de mujeres afectadas por el síndrome tóxico, ninguno de los nacidos ha presentado malformaciones.
Si se hubiera hecho caso a las predicciones, se habrían cometido cuatrocientos cincuenta asesinatos de niños inocentes.



El Dr. López Ibor denuncia el caso de una mujer a quien habían aconsejado abortar porque iba a tener un hijo deforme. Él la disuadió del aborto, y al año se le presentó ella con un niño precioso y perfecto. Una señora italiana, Marisa Ferrante, al cuarto mes de embarazo, el ginecólogo le recomendó que abortase pues iba a dar a luz una niña con malformaciones: un auténtico monstruo. Ella no quiso abortar, y cuando su «monstruo» cumplió veinte años, fue elegida «Miss Italia, 1995».

En un debate ante la televisión francesa Lejeune preguntó a Monod:
  - Un padre sifilítico y una madre tuberculosa tuvieron cuatro hijos: el primero  nació  ciego,  el  segundo  murió  al  nacer,  el  tercero  nació sordomudo, y el cuarto es tuberculoso. La madre queda embarazada de un quinto hijo. ¿Qué haría Vd? - Yo interrumpiría ese embarazo. -  Tengamos  un  minuto  de  silencio.  Vd.  ha  quitado  la  vida  a Beethoven.

   



También es inadmisible el aborto por peligro de la madre, psíquico o físico.
Es posible que el niño no deseado sea un trauma psíquico para la madre; pero mucho peor es el trauma que va a tener por haber asesinado a su hijo, como se deduce de una larga experiencia. La doctora A.Jiménez, ginecóloga, dice: «Para una mujer hay más peligro en un aborto, incluso controlado por un médico, que en un parto».
La Madre Angélica  cuenta en su libro esta anécdota: En un parto el niño sale muerto. Lo envuelven en una toalla  y  lo  ponen  sobre  una  mesa.  Al  poco  rato  soltó  un  gemido,  lo reaniman y salió adelante. Setenta años después, en su lecho mortuorio, se lo cuenta a su hija por primera vez, y le dice: «En mis setenta años todos los días he dado gracias a Dios por el don de la vida. Para mí ha sido un regalo. Si he vivido setenta años, no puedo quejarme». ¿No podríamos todos decir lo mismo aunque no hayamos tenido ese problema al nacer? La vida es un regalo de Dios para todo el que ha tenido la suerte de nacer.
 El Dr. Jacques Testart, padre del primer «niño probeta» francés, cuenta en su libro El embrión transparente  cómo en la Clínica Clamart donde él trabaja, a veces coinciden en la misma habitación una mujer que va  a  abortar  y  otra  que  está  sometida  a  tratamiento  para  lograr  la fecundación «in vitro». ¿No sería más lógico que la segunda adoptara al niño de la primera, en lugar de que tengan que morir cincuenta niños probeta para que ella consiga uno?.
(Extraído del libro del P. Jorge Loring: "Para salvarte")

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