OBEDIENCIA A MARÍA


Los predestinados viven sumisos y obedientes a la Santísima Virgen como a su cariñosa Madre, a ejemplo de Jesucristo, quien de treinta y tres años que vivió sobre la tierra, empleó treinta en glorificar a Dios, su Padre, mediante una perfecta y total sumisión a su santísima Madre. 


La obedecen, siguiendo exactamente sus consejos, como el humilde Jacob los de Rebeca cuando le dijo: Escucha lo que te digo (Gén 27,8), o como la Santísima Virgen: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5).
Jacob, por haber obedecido a su madre, recibió –como de milagro– la bendición, aunque, por vía natural, no podía recibirla. 
Los servidores de las bodas de Caná, por haber  seguido el consejo de la Santísima Virgen, fueron honrados con el primer milagro de Jesucristo, que convirtió el agua en vino a petición de su santísima Madre. 
Asimismo, todos los que hasta el fin de los siglos reciban la bendición del Padre celestial y sean honrados con las maravillas de Dios, sólo recibirán estas gracias como consecuencia de su perfecta obediencia a María.

(Tratado de la Verdadera Devoción a María, de San Luis María Grignion de Montfort)

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