ES IMPORTANTE NO DESALENTARNOS

 "Satanás, en cuanto nos ve agobiados por la culpa, se lanza sobre nosotros e insinúa en nuestros corazones sentimientos de desesperación y si les damos acogida, rodaremos hasta al fondo del abismo"

(San Francisco de Sales)


La experiencia confirma estas palabras. La inmensa  mayoría de las caídas no reparadas, y la mayor parte de aquellas que únicamente los ángeles de paz conocen y lloran, proceden del desaliento. Sin él, con un arrepentimiento confiado, nada se habría perdido; pero después de una falta, que en muchos casos no pasaba de ser una sorpresa, el demonio de la desesperación se insinuó en el alma desconcertada, y esgrimiendo argumentos a cual más desalentador, concluía por conseguir que brotara el pensamiento aplastante de Caín: Mi iniquidad es demasiado grande, para que merezca perdón (Gén 6, 13).

A partir de ese momento, como advierte San Pablo, el príncipe de las tinieblas se adueña del alma, la dirige, la empuja y la precipita donde quiere: operatur in filios diffidentiae (Efes 2, 2); le ha comunicado dos de sus más diabólicas disposiciones: el alejamiento de Dios por el pecado y el miedo a Dios por el desaliento. 

Por eso es muy importante no desalentarnos ante nuestros pecados, pidamos perdón a Dios con humildad, Él es un Padre de misericordia deseoso de acoger a sus hijos, Él es el Buen Pastor que busca y espera el retorno de la oveja perdida, y cuando la encuentra, la abraza, la perdona y no se acuerda más de su pecado.

(El arte de aprovechar nuestras faltas, Jose Tissot – Recoge las enseñanzas de San Francisco de Sales)

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