LA CRUZ ES LA GLORIA Y EXALTACIÓN DE CRISTO
OH CRUZ FIEL, ÁRBOL ÚNICO EN NOBLEZA
TRES POESÍAS DE SANTA TERESA DE LISIEUX
UN LIRIO ENTRE ESPINAS
MI ESPERANZA
CONSEJOS Y EXHORTACIONES DE SANTA JUANA DE CHANTAL
EXHORTACIONES
Juana de Chantal
La mayoría de sus exhortaciones las dio en la sala de capítulo de sus conventos de manera formal.
"¿Queréis ser humilde, hija mía? Tratad de conoceros bien; desead que os reconozcan imperfecta; amad el desprecio, en todas sus formas y de cualquier parte que os venga. No ocultéis vuestros defectos; dejad que se vean, aceptando con cariño la abyección que de ellos os resulte. No dejéis nunca decaer vuestro corazón por alguna falta que podáis cometer. Desconfiad de vos misma y confiad única e incesantemente en Dios, persuadida de que, no pudiendo nada por vos, todo lo podéis con su gracia y poderosa ayuda." -a sus hijas espirituales de la Orden de la Visitación.
En un retiro de Navidad
"(Jesucristo) es un Señor tan grande, rico y poderoso, que no tiene necesidad de nuestros bienes. ¿Qué presentes podremos, pues, hacerle, si todo el mundo es suyo? Es preciso ofrecerle almas puras y corazones limpios y blancos y vacíos de todas las cosas terrenas; fijaos que nuestras almas han de estar muy limpias para ser ofrecidas a este Niño divino, que nace en este día, el cual es Autor de toda pureza y santidad. He aquí el más grato presente que podemos hacerle: un corazón limpio, contrito y humillado. Él no quiere de nosotras más que el corazón."
Sobre las cualidades que debe tener nuestro trato y nuestro afecto hacia el prójimo
"Mis queridas Hermanas, no nos hagamos ilusiones; es preciso que nuestro afecto, para ser bendecido por Dios, sea común e igual, pues el Salvador no ha mandado que se amara más a unos que a otros, sino que ha dicho: Amarás al prójimo como a ti mismo.
Pensamos a veces que nuestros afectos son muy puros; pero delante de Dios es muy diferente; el afecto que es del todo puro no mira más que a Dios, no aspira más que a Dios y no pretende más que a Dios. Yo amo a mis Hermanas porque veo a Dios en ellas y porque Dios lo quiere así... Vuestra caridad es falsa si no es igual, general y completa con todas vuestras Hermanas, de manera que seáis tan suave con una como con otra. El motivo del amor que profesáis a vuestras Hermanas no debe estar fundado más que en el seno de Dios; si está fuera de ahí, no vale nada. ...cuanto esta unión con nuestras Hermanas sea más pura, más general y más entera, tanto mayor será nuestra unión con Dios."
También les dio Conferencias, las cuales representan las conversaciones espirituales con las Hermanas durante sus tiempos de recreación diaria, en un estilo informal y conversacional.
Sobre la reforma del alma
"En verdad, mis queridas hijas, es por falta de conocernos bien por lo que nos asombramos de vernos defectuosas, pues presumimos tanto de nosotras, que siempre esperamos algo bueno; nos engañamos, y Ntro. Señor mismo permite que caigamos, algunas veces bien torpemente, a fin de que nos conozcamos...
Este conocimiento de nosotras mismas consiste en que debemos creer, con gran certidumbre de fe, que no somos nada, que no podemos nada; que somos débiles, flacas e imperfectas, aficionando nuestra voluntad a amar nuestra pobreza y miseria.
La reforma del alma comienza: por el conocimiento de sí misma y la confianza en Dios; el propio conocimiento nos hará ver que hay en nosotras muchas cosas que corregir y reformar, y que, sin embargo, no podremos llevarlo a cabo por nosotras mismas; la confianza en Dios nos hará esperar que todo lo podemos en Él y que, con su gracia, todas las cosas nos serán posibles y fáciles."
Sobre la caridad y la pureza de intención
"Alguna vez podrá ocurrir que una Hermana nos haya molestado, que nos haya hecho alguna mala partida, o que no le tengamos simpatía; otra vendrá a hablarnos bien de ella, y contestaremos con medias palabras que rebajarán todo aquel bien y harán como una gota de aceite que cae en la tela, una mancha irremediable en el corazón de aquella Hermana con quien hablamos. Y notad que todo el mal que haga la Hermana a consecuencia de esa mala impresión que nosotras le hayamos causado cargará sobre nuestra conciencia, y seremos culpables de ello y castigadas severamente. Dios dice que odia seis cosas, pero que la séptima la abomina, y son aquellos que desunen los corazones y siembran la discordia entre los hermanos."
Sobre el amor propio y los perjuicios que causa en el alma
"Cuando uno se ha vencido o ha ejecutado alguna buena acción, se siente cierta complacencia y satisfacción que lo estropea todo, y nos lo hace perder todo, si no ponemos mucho cuidado. ¡Qué desgracia cuando, después de haber hecho algunos sacrificios, alguna auto-negación de actitudes o palabras o cualquier otra cosa, terminamos complaciéndonos en nosotras mismas! Pero mirad: si no se puede nunca, o rara vez, hacer el bien sin que nos quede alguna satisfacción, esto no es malo; la que echa a perder todo es el entretenerse y complacerse en ello.
Y ¿qué hacer entonces? Hay que ahuyentar y aniquilar todos los pensamientos de complacencia y vana satisfacción, humillarse y procurar su desprecio, dar a Dios la gloria de todo y reconocer que nada podemos por nosotras mismas. O sea que no se debe buscar más que la gloria de Dios en todas las cosas y no hacer nada sino para complacerle."
Les inculcaba y transmitía a sus hijas un amor profundo al Corazón de Jesús y al Corazón de María. Las Instrucciones sobre la oración y la vida espiritual se dirigían a las novicias y a sus maestras.
Sobre "la confianza que debemos tener
en la infinita sabiduría, bondad y omnipotencia de Dios":
"...Consideraba que Ntro. Señor ha permitido que desde el tiempo de los Apóstoles haya habido siempre herejías, y toleraba que se adorara a los perros, gatos y otra suerte de ídolos, como si fueran verdaderos dioses; y pensar que nosotras, miserables criaturas como somos, nos queremos preferir a las demás; queremos que nos estimen, y nos disgustamos cuando no hacen más caso de nosotras que de las demás; ¡y, no obstante, vemos que el Hijo de Dios ha sufrido tantos desprecios!
Sobre las palabras de Ntro. Señor:
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo..."
"Estas palabras son el fundamento de toda la perfección cristiana y religiosa. Negarse a sí mismo es renunciar a toda la voluntad de la carne, a todas nuestras inclinaciones, deseos, contentos, satisfacciones, delicadezas, gustos, placeres, humores, hábitos, propensiones, aversiones y repugnancias a las cosas ásperas; en fin, renunciar en todo y por todo a ese perverso yo. Luchar por destruir vuestros caracteres, pasiones e inclinaciones; en una palabra, toda nuestra naturaleza; y esto, con enérgica voluntad y con una generosa y perseverante mortificación de todo vuestro ser.
Es necesario saber que solamente hay que mortificar las inclinaciones imperfectas o de cosas malas, y no las buenas o las que tenemos a cosas buenas; por ejemplo: me mandan hacer un trabajo y yo me siento inclinada a hacer otro; hay que mortificar esta inclinación y sujetarla a la obediencia. Pero me dan a hacer un trabajo que me gusta: no debo entonces, bajo el pretexto de mortificar mi inclinación, rehusar dicho trabajo, sino ofrecer a Dios esta labor y decir: la hago, no por la inclinación que a ella siento, sino porque la obediencia me lo manda (o, en el caso de los laicos: Lo hago por amor a ti, Señor; o, porque es mi obligación)."
Es necesario aclarar que todos estos pasos de la vida espiritual hacia la santidad, los vivía y enseñaba Santa Juana, al igual que todos los santos, con gran gozo y amor, ya que los mandatos del Señor, lejos de ser una carga, "son dulces como la miel para quien ama a Dios", como decía S. Francisco de Sales.
En todas las conversaciones y cartas de Sta. Juana de Chantal, el pensamiento más importante era, sin duda, la mayor gloria de Dios y la santificación de las almas.
Podemos concluir compartiendo una visión que experimentó San Vicente de Paul
"San Vicente de Paúl me contó que, habiendo tenido noticias de la gravedad de la enfermedad de nuestra desahuciada Madre (Sta. Juana Fca. De Chantal), cayó de rodillas para rogar a Dios por ella, y el primer pensamiento que le vino, fue el de hacer un acto de contrición por los pecados que ella hubiera cometido, y que inmediatamente después, se le apareció un globito de fuego, que se levantaba de la tierra y se absorbía en la parte superior del aire con otro globo más grande y más luminoso y ambos se unieron en uno solo, fueron elevados más alto, entrando y ardiendo dentro de otro globo infinitamente más grande y más luminoso que los otros; y que él supo interiormente que el primer globo era el alma de Nuestra Carísima Madre, el segundo la de nuestro Bienaventurado Padre (S. F. de Sales) y el otro, la Esencia Divina, que el alma de nuestra queridísima Madre se había vuelto a unir a la de nuestro Padre, y las dos, con Dios, su Principio Soberano."
Él contó más adelante, que, "en la celebración de la Santa Misa por nuestra querida Madre apenas se enteró de que había pasado a mejor vida, se le ocurrió que debería rezar por ella, ya que podría estar en el purgatorio por ciertas palabras que había dicho hacía un tiempo, las cuales, al parecer, contenían pecado venial, y al instante volvió a tener la visión, los mismos globos y su unión, y tuvo la convicción interior de que el alma de nuestra Madre estaba bendecida, que no tenia necesidad de oraciones."
Deseamos que el conocer sobre la vida y algunos rasgos de las enseñanzas de Sta. Juana de Chantal, cuyos restos descansan en el Monasterio de Annecy, Francia junto a los de San Francisco de Sales, sean de gran provecho para el lector, lo lleven a amar más y a desear las virtudes del Corazón de Ntro. Señor Jesucristo y de su Santísima Madre y a promover el reinado de estos Dos Corazones, a través de una vida de virtud auténtica, oración y sacrificio.
ES FUERTE EL AMOR, COMO LA MUERTE
Enviado para dar la Buena Noticia a los que sufren
CÓMO FUE NOMBRADO SAN JOSÉ PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
En el siglo XIX, hubo un movimiento del sentir popular pidiendo la declaración del patrocinio de san José sobre toda la Iglesia. Entre los cientos de cartas que llegaron al escritorio de Pío IX estaba la de un sacerdote dominico, el Beato Juan José Lataste, en la que contaba al Papa que había ofrecido su vida para que llegase esa declaración pontificia.
El Papa, muy movido por esa petición en particular, en la Solemnidad de la Inmaculada de 1870, invocaba urbi et orbi ese patrocinio en las misas de todas las basílicas pontificias en que se leyó el Decreto Quemadmodum Deus de la Sagrada Congregación de Ritos.
DECRETO PUBLICADO EL DÍA 8 DE DICIEMBRE DE 1870
DURANTE LAS MISAS SOLEMNES CELEBRADAS EN LAS BASILICAS PATRIARCALES DE LA URBE
POR EL QUE SE DECLARA A SAN JOSÉ
PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
DECRETUM URBIS ET ORBIS.
Del mismo modo que Dios constituyó al otro José, hijo del patriarca Jacob, gobernador de toda la tierra de Egipto para que asegurase al pueblo su sustento, así al llegar la plenitud de los tiempos, cuando iba a enviar a la tierra a su Hijo Unigénito para la salvación del mundo, designó a este otro José, del cual el primero era un símbolo, y le constituyó Señor y Príncipe de su casa y de su posesión y lo eligió por custodio de sus tesoros más preciosos. Porque tuvo por esposa a la inmaculada Virgen María, de la cual por obra del Espíritu Santo nació Nuestro Señor Jesucristo, tenido ante los hombres por hijo de José, al que estuvo sometido. Y al que tantos reyes y profetas anhelaron contemplar, este José no solamente lo vio sino que conversó con él, lo abrazó, lo besó con afecto paternal y con cuidado solícito alimentó al que el pueblo fiel tomaría como pan bajado del cielo para la vida eterna. Por esta sublime dignidad que Dios confirió a su siervo bueno y fidelísimo, la Iglesia, después de a su esposa, la Virgen Madre de Dios, lo veneró siempre con sumos honores y alabanzas e imploró su intercesión en los momentos de angustia. Y puesto que en estos tiempos tristísimos la misma Iglesia es atacada por doquier por sus enemigos y se ve oprimida por tan graves calamidades que parece que los impíos hacen prevalecer sobre ella las puertas del infierno, los venerables obispos de todo el orbe católico, en su nombre y en el de los fieles a ellos confiados, elevaron sus preces al Sumo Pontífice para que se dignara constituir a san José por patrono de la Iglesia Universal. Al haber sido renovadas con más fuerza estas mismas peticiones y desos durante el Santo Concilio ecuménico Vaticano[3] Nuestro Santísimo Papa Pío IX, conmovido por la luctuosa situación de estos tiempos, para ponerse a sí mismo y a todos los fieles bajo el poderosísimo patrocinio del santo patriarca José, quiso satisfacer los votos de los obispos y solemnemente lo declaró PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL; ordenando que su fiesta del 19 de marzo se celebrara en lo sucesivo con rito doble de primera clase, sin octava por motivo de caer en Cuaresma. También dispuso que esta declaración se publicara medainte el presente decreto de la Sagrada Congregación de Ritos en este día de la Inmaculada Concepción de la Virgen madre de Dios y esposa del castísimo José.
Día 8 de diciembre de 1870
C. Episc. Oslien. et Velitern. Card. PATRIZI S. R. C. Praef.
¿QUÉ TENDRÁN QUE DECIR LOS HERMANOS SEPARADOS DE CARLO ACUTIS?
Carlo Acutis era y es Católico, amaba a la Virgen María y a Jesús Eucaristía. ¿Qué tendrán que decir a esto los hermanos separados?.
Para hacerlo beato se produjo un milagro por intercesión suya y para hacerlo santo, otro milagro. Los dos milagros perfectamente documentados, con pruebas médicas, con testigos fiables.
El primer milagro atribuido a Acutis ocurrió en 2013 en Campo Grande, Brasil, cuando un niño de siete años, afectado por un grave trastorno pancreático sin cura médica, recuperó la salud tras entrar en contacto con un trozo de camiseta que había pertenecido al joven. La curación, considerada milagrosa por las autoridades eclesiásticas, fue la que permitió su beatificación.
El segundo milagro reconocido por el Vaticano se produjo en mayo de 2024 e involucró a Valeria Valverde, una estudiante costarricense de 21 años. Según el Vaticano, la madre peregrinó hasta la tumba de Acutis en Asís para pedir por la recuperación de su hija, quien había sufrido un severo trauma cerebral tras caer de una bicicleta. Tras la visita, los informes médicos confirmaron la recuperación, un hecho considerado inexplicable por la ciencia y atribuido a la intercesión del beato.
Por estos dos milagros, el papa León XIV ha canonizado a Carlo Acutis. Su cuerpo descansa en una tumba abierta en el Santuario de la Expoliación, en Asís, centro de Italia.
Más prueba que ver a Carlo incorrupto, imposible. ¿Qué dirán de esto los hermanos protestantes? ¿se atreverán a decir que no está incorrupto? ¿se atreverán a decir que los milagros son un fraude? ¿ se atreverán a decir que todo es una farsa?
Ay cuántas oportunidades nos da Dios cada día pero seguimos ciegos, negando una y otra vez la realidad que se impone inexorable ante nuestros ojos.
(Carmen de Jesús Crucificado, O.C.D.S.)
NACIMIENTO DE LA MADRE DE DIOS
LA VOLUNTAD DE DIOS, REGLA SUPREMA
Queremos salvar nuestra alma y tender a la perfección de la vida espiritual, es decir, purificarnos de veras, progresar en todas las virtudes, llegar a la unión de amor con Dios, y por este medio transformarnos cada vez más en El; he aquí la única obra a la que hemos consagrado nuestra vida: obra de una grandeza incomparable y de un trabajo casi sin límites; que nos proporciona la libertad, la paz, el gozo, la unción del Espíritu Santo, y exige a su vez sacrificios sin número, una paciente labor de toda la vida. Esta obra gigantesca no seria tan sólo difícil, sino absolutamente imposible si contásemos sólo con nuestras fuerzas, pues es de orden absolutamente sobrenatural.
Todo lo puedo en Aquel que me conforta; sin Dios sólo queda la absoluta impotencia, por nosotros nada podemos hacer: ni pensar en el bien, ni desearlo, ni cumplirlo. Y no hablemos de la enmienda de nuestros vicios, de la perfecta adquisición de las virtudes, de la vida de intimidad con Dios que representan un cúmulo enorme de impotencias humanas y de intervenciones divinas. El hombre es, pues, un organismo maravilloso, por cuanto es capaz con la ayuda de Dios de llevar a cabo las obras más santas; pero es a la vez lo más pobre y necesitado que hay, ya que sin e! auxilio divino no puede concebir siquiera el pensamiento de lo bueno. Por dicha nuestra, Dios ha querido salir fiador de nuestra salvación, por lo que jamás podremos bendecirle como se merece, pero no quiere salvarnos sin nosotros y, por consiguiente, debemos unir nuestra acción a la suya con celo tanto mayor cuanto sin El nada podemos.
Nuestra santificación, nuestra salvación misma es, pues, obra de entrambos: para ella se precisan necesariamente la acción de Dios y nuestra cooperación, el acuerdo incesante de la voluntad divina y de la nuestra. El que trabaja con Dios aprovecha a cada instante; quien prescinde de El cae, o se fatiga en estéril agitación. Es, pues, de importancia suma no obrar sino unidos con Dios y esto todos los días y a cada momento, así en nuestras menores acciones como en cualquier circunstancia. porque sin esta íntima colaboración se pierde trabajo y tiempo. Cuántas obras, llenas en apariencia, quedarán vacías por sólo este motivo! Por no haberlas hecho en unión con Dios, a pesar del trabajo que nos costaron, se desvanecerán ante la luz de la eternidad como sueño que se nos va así que despertamos.
Ahora bien, si Dios trabaja con nosotros en nuestra santificación, justo es que El lleve la dirección de la obra: nada se deberá hacer que no sea conforme a sus planes, bajo sus órdenes y a impulsos de su gracia. El es el primer principio y último fin; nosotros hemos nacido para obedecer a sus determinaciones. Nos llama a la escuela del servicio divino, para ser El nuestro maestro; nos coloca en el taller del Monasterio, para dirigir allí nuestro trabajo; nos alista bajo su bandera para conducirnos El mismo al combate. Al Soberano Dueño pertenece mandar, a la suma sabiduría combinar todas las cosas; la criatura no puede colaborar sino en segundo término con su Creador.
Esta continua dependencia de Dios nos impondrá innumerables actos de abnegación, y no pocas veces tendremos que sacrificar nuestras miras limitadas y nuestros caprichosos deseos con las consiguientes quejas de la naturaleza; mas guardémonos bien de escucharla. Podrá cabemos mayor fortuna que tener por guía la divina sabiduría de Dios, y por ayuda la divina omnipotencia, y ser los socios de Dios en la obra de nuestra salvación; sobre todo si se tiene en cuenta que la empresa realizada en común sólo tiende a nuestro personal provecho? Dios no reclama para sí sino su gloria y hacernos bien, dejándonos todo el beneficio. El perfecciona la naturaleza, nos eleva a una vida superior, nos procura la verdadera dicha de este mundo y la bienaventuranza en germen. Ah, si comprendiéramos los designios de Dios y nuestros verdaderos intereses! Seguro que no tendríamos otro deseo que obedecerle con todo esmero, ni otro temor que no obedecerle lo bastante; le suplicaríamos e insistiríamos para que hiciera su voluntad y no la nuestra. Porque abandonar su sabia y poderosa mano para seguir nuestras pobres luces y vivir a merced de nuestra fantasía, es verdadera locura y supremo infortunio.
Una consideración más nos mostrará que en temer a Dios y hacer lo que El quiere consiste todo el hombre; y es que la voluntad divina, tomada en general, constituye la regla suprema del bien, la única regla de lo justo y lo perfecto; y que la medida de su cumplimiento es también la medida de nuestro progreso.
Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. No basta pues, decir: Señor, Señor!, para ser admitido en el reino de los cielos; es necesario hacer la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. El que mantiene unida su voluntad a la de Dios, vive y se salva: el que de ella se aparta. muere y se pierde. Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, ven y sígueme. Es decir, haz mejor la voluntad de Dios, añade a la observancia de los preceptos la de los consejos.
Si quieres subir hasta la cumbre de la perfección, cumple la voluntad de Dios cada día más y mejor. Te irás elevando a medida que tu obediencia venga la ser más universal en su objetivo, más exacta en su ejecución, más sobrenatural en sus motivos, más perfecta en las disposiciones de tu voluntad. Consulta los libros santos, pregunta a la vida y a la doctrina de nuestro Señor y verás que no se pide sino la fe que se afirma con las obras, el amor que guarda fielmente la palabra de Dios. Seremos perfectos en la medida que hagamos la voluntad de Dios.
Este punto es de tal importancia que nos ha parecido conveniente apoyarlo con algunas citas autorizadas.
Toda la pretensión de quien comienza oración-y no se olvide esto, que importa mucho-, ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas diligencias puedan hacer que su voluntad se conforme con la de Dios; y, como diré después, en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el camino espiritual. No penséis que hay aquí más algarabías, ni cosas no sabidas y entendidas, que en esto consiste todo nuestro bien. La conformidad ha de entenderse aquí en su más alto sentido.
Cada cual -explica San Francisco de Sales- se forja la perfección a su modo: unos la ponen en la austeridad de los vestidos: otros, en la de los manjares, en la limosna, en la frecuencia de los Sacramentos, en la oración, en una no sé qué contemplación pasiva y supereminente: otros, en aquéllas gracias que se llaman dones gratuitos: y se engañan tomando los efectos por la causa, lo accesorio por lo principal. y con frecuencia la sombra por el cuerpo. En cuanto a mi. yo no se ni conozco otra perfección sino amar a Dios de todo corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Y completa el pensamiento en otra parte, cuando dice que la devoción (o la perfección) sólo añade al fuego de la caridad la llama que la hace pronta, activa y diligente, no sólo en la guarda de los mandamientos de Dios, sino también en la práctica de los consejos e inspiraciones celestiales . Así como el amor de Dios es la forma más elevada y más perfecta de la virtud, una sumisión perfecta a la voluntad divina es la expresión más sublime y más pura, la flor más exquisita de este amor. Por otra parte, ¿no es evidente que, no existiendo nada tan bueno y tan perfecto como la voluntad de Dios, se llegará a ser más santo y más virtuoso, cuanto más perfectamente nos conformemos con esta voluntad?
Un discípulo de San Alfonso ha resumido su doctrina diciendo que personas que hacen consistir su santidad en practicar muchas penitencias, comuniones, oraciones vocales, viven evidentemente en la ilusión. Todas estas cosas no son buenas sino en cuanto Dios las quiere, de otra suerte, en vez de aceptarlas las detesta, pues tan sólo sirven de medios para unirnos a la voluntad divina.
Tenemos verdadera satisfacción en repetirlo: toda la perfección, toda la santidad consiste en ejecutar lo que Dios quiere de nosotros; en una palabra, la voluntad divina es regla de toda bondad y de toda virtud; por ser santa lo santifica todo. aun las acciones indiferentes, cuando se ejecutan con el fin de agradar a Dios. Si queremos santificación, debemos aplicarnos únicamente a no seguir jamás nuestra propia voluntad, sino siempre la de Dios porque todos los preceptos y todos los consejos divinos se reducen en sustancia a hacer y a sufrir cuanto Dios quiere y como Dios lo quiere. De ahí que toda la perfección se puede resumir y expresar en estos términos: Hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace.
Toda nuestra perfección -dice San Alfonso- consiste en el amor de nuestro Dios infinitamente amable; y toda la perfección del amor divino consiste a su vez en la unión de nuestra voluntad con la suya Si deseamos, pues, agradar y complacer al corazón de Dios, tratemos no sólo de conformarnos en todo a su santa voluntad, sino de unificarnos con ella (si así puedo expresarme), de suerte que de dos voluntades no vengamos a formar sino una sola Los santos jamás se han propuesto otro objeto sino hacer la voluntad de Dios, persuadidos de que en esto consiste toda la perfección de un alma. El Señor llama a David hombre según su corazón, porque este gran rey estaba siempre dispuesto a seguir la voluntad divina; y María, la divina Madre, no ha sido la más perfecta entre todos los santos, sino por haber estado de continuo más perfectamente unida a la voluntad de Dios. Y el Dios de sus amores, Jesús, el Santo por excelencia, el modelo de toda perfección, ha sido jamás otra cosa que el amor y la obediencia personificados? Por la abnegación que profesa a su Padre y a las almas, sustituye a los holocaustos estériles y se hace la Víctima universal. La voluntad de su Padre le conducirá por toda suerte de sufrimientos y humillaciones, hasta la muerte y muerte de cruz. Jesús lo sabe; pero precisamente para esto bajó del cielo, para cumplir esa voluntad, que a trueque de crucificarle, se convertiría en fuente de vida. Desde su entrada en el mundo declara al Padre que ha puesto su voluntad en medio de su corazón para amarla, y en sus manos para ejecutarla fielmente. Esta amorosa obediencia será su alimento, resumirá su vida oculta, inspirará su vida pública hasta el punto de poder decir: Yo hago siempre lo que agrada a mi Padre; y en el momento de la muerte lanzará bien alto su triunfante Consummatum est: Padre mío, os he amado hasta el último límite, he terminado mi obra de la Redención, porque he hecho vuestra voluntad, sin omitir un solo ápice.
Uniformar nuestra voluntad con la de Dios, he ahí la cumbre de la perfección -dice San Alfonso-, a eso debemos aspirar de continuo, ése debe ser el fin de nuestras obras, de todos nuestros deseos, de todas nuestras meditaciones, de nuestros ruegos. A ejemplo de nuestro amado Jesús, no veamos sino la voluntad de su Padre en todas las cosas; que nuestra única ocupación sea cumplirla con fidelidad siempre creciente e infatigable generosidad y por motivos totalmente sobrenaturales. Este es el medio de seguir a Nuestro Señor a grandes pasos y subir junto a El en la gloria. Un día fue conducida al cielo en visión la Beata Estefanía Soncino, dominica, donde vio cómo muchos que ella había conocido en vida estaban levantados a la misma jerarquía de los Serafines; y tuvo revelación de que habían sido sublimados a tan alto grado de gloria por la perfecta unión de voluntad con que anduvieron unidos a la de Dios acá en la tierra.
(El santo abandono, Dom Vital Lehodey)
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